Opinión

El poder de la palabra

El poder de la palabra

Hay personas que son populares y conocidos debido a los grandes discursos que han dado a luz, debido a su poder de convencimiento. De ahí surge la oratoria como el arte de hablar en público, en el que una persona demuestra confianza y conocimiento.

En el momento de las edades de oro de la humanidad, Pericles llegó a ser considerado una de las personas más influyentes de Grecia,

Mientras que Demóstenes, otro gran orador y estadista de Atenas, a pesar de su problema de tartamudez, logró superarlo estudiando los discursos otros oradores griegos que incluían a Pericles.

Cuando daba discursos oficiales en Grecia se advirtió a la gente por lo general en oposición a Felipe, que fue el rey de Macedonia y padre de Alejandro Magno.

Mientras que Marco Tulio Cicerón, nació en Arpino en el año 106 a. C. de una familia poco conocida. Era una persona ávida de saber, dotada de una gran inteligencia y agudeza intelectual y con pretensiones de acceder a la vida pública.

Más importante que la oratorio en el discurso está la credibilidad del orador

Sus primeros pasos se dirigieron hacia la jurisprudencia, la filosofía y la retórica, realizando un viaje por Grecia para conocer la cultura helenística.

En tanto Quintiliano fue famoso por ser el mejor profesor de retórica del mundo antiguo junto a Isócrates. No se conocen muchos datos de la infancia de Quintiliano.

Cada uno de estos grandes hombres era diferente en el arte de hablar e incluso en la forma de pensar, pero tenían una razón común, la verdad y el amor a su gente.

Nunca vieron la política ni el arte como negocio e incluso durante las contiendas bélicas, propias de su época, mantuvieron el respeto hacia los demás, incluso hacia sus adversarios.

De modo que cuando focalizamos nuestra mente en algo, y a esto le sumamos el sentimiento y la emoción para finalmente expresarlo, estamos exteriorizando y materializando un poder que estará afectando o beneficiando el entorno.

El Nacional

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