El papa Francisco ha urgido no olvidar a los haitianos y reclamó a la comunidad internacional cumplir con el compromiso de reconstruir la paz y la reconciliación en Haití, exactamente lo que República Dominicana ha demandado durante años.

Al término del rezo dominical del Ángelus, en el Vaticano, el pontífice definió como dramática la situación en esa nación, donde continúa la violencia contra la población, “obligada a huir de sus hogares en busca de seguridad en otros lugares dentro y fuera del país”.

Lo señalado por el Papa ha sido dicho y repetido por varios mandatarios dominicanos, con mayor énfasis por el presidente Luis Abinader, especialmente en lo relacionado con la ayuda que requiere Haití para afrontar la violencia y la delincuencia.

El representante de la Iglesia católica resalta que la situación de violencia e inseguridad obliga a la población haitiana a huir a otros lugares dentro y fuera del convulso país, lo que obviamente incluye a República Dominicana como principal destino de ese forzado éxodo.

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Es en ese señalamiento del Papa donde se conecta la advertencia del gobierno dominicano de que endurecerá el programa de repatriación de indocumentados haitianos ante la indiferencia de la comunidad internacional frente a la violencia patrocinada por bandas armadas en Haití.

República Dominicana funge como cirineo de Haití al acarrear parte del impacto de la crisis que padece, con gran sacrificio migratorio, así como dedicar parte significativa de sus presupuestos de salud y educación a la población haitiana, pero el gobierno haitiano prefiere culpar a su vecino por los males que padece.

Cuando el Papa reclama a la comunidad internacional cumplir con el compromiso de reconstruir la paz y la reconciliación en Haití, se refiere a naciones que han sido indiferentes ante el drama haitiano, pese a que han rubricado promesa de participar en todos los proyectos de auxilio hacia esa nación.

Reconforta saber que el obispo de Roma coincide con el recurrente discurso del gobierno dominicano de reclamo para que las grandes metrópolis acudan en ayuda de Haití, subyugado por bandas armadas que asesinan, violan, secuestran, destruyen y mantienen cautivo al pueblo Haitiano, aunque. está que el gobierno de haitiano no conoce de gratitud.