Jules Cotard fue un famoso neurólogo francés que en 1882 publicó un extraño caso de una mujer que llegó a su consultorio diciendo que no tenía hígado, cerebro, intestino ni corazón; que no creía en Dios ni en el diablo, ni en la decencia, ni en la verdad, ni en la amistad y menos aun en la honradez de la palabra, y ni remotamente creía en la gratitud porque esa creencia fue ‘inventada” por los herejes valdenses del siglo XIV. En principios él diagnosticó aquel extraño cuadro cono “delirio de negación o delirio nihilista”. Años después, otros médicos bautizaron ese conjunto de síntomas con el epónimo de “Síndrome de Cotard”.
No cabe duda que Juan Bosch fue un líder de una voluntad estoica. Cuando leíamos y analizábamos sus hipótesis sobre la formación y conducta de la pequeña burguesía en los “Círculos de Estudio”, allá por 1975, yo era uno de aquellos ‘circulistas’ que no podía evitar establecer alguna semejanza entre su esfuerzo por sembrar actitudes morales en las mentes de sus seguidores y el estoicismo del moralista francés Montaigne, quien se fuera a mediados siglo XVI a las desoladas tierras de Burdeos [hoy nadie creería que en un sitio que fuera el más árido de Francia, se cosechen ahora los mejores y más caros vinos del mundo] para allí escribir sus famosos Ensayos sobre moral.
Aquella magna y bienhechora tarea de Bosch, consistente en convencer de sus ideas que el ejercicio de la política es la práctica de la nobleza y honradez en los hechos y en la palabra, condujo a que no pocos de sus seguidores se expresaran en la sociedad con cierto aire narcisista. De ahí, que todavía es común que nuestros adversarios digan que somos un partido de simuladores ya que en el fondo seguimos siendo el mismo PRD.
Señores, y a pesar de que el compañero Euclides Gutiérrez insiste en que en la RD no cabe un tercer PRD, por lo que yo oigo que están diciendo compañeros del partido, incluso muchos con altos cargos en su Dirección y el Estado, obsesionados por el deseo de aplastar como a lombriz a Leonel como si éste fuera el álter ego de la inmundicia, pues mi conclusión es que Euclides se equivocó en su predicción.
Bosch lo mismo que Montaigne, sabía que las imperfecciones humanas existen, pero el primero creyó en su momento que si su “programa de educación política” sobre aspectos puntuales de la historia, el Estado, la sociología y la psicología, lograba “prender”, pues nos convertiríamos en líderes y como los lideres tienen seguidores, entonces el PLD tendría la ventaja observable en el campo de la Psicología de que los grupos organizados en persecución de una meta da al individuo mayor fortaleza de sus creencias.
¿Qué pasa en el PLD en medio de este proceso de elección primaria para escoger nuestro candidato presidencial para el 2020? Hay gente hablando en tono muy agresivo y hasta insultante, y en algunos casos se está mintiendo y calumniando a compañeros por el simple hecho de apoyar a un precandidato contrario.
Es una conducta nociva e irrespetuosa de muchos compañeros que con tal de promover el precandidato de su gusto, recurran a la falacia de que compañeros que apoyan a Leonel se dedican a presionar o asustar a portadores de “Tarjetas Solidaridad” diciéndoles que si no votan por el expresidente le quitarán dicha ayuda, pues con ese embuste se irrespeta y se calumnia a la compañera vicepresidenta de la República y también a Leonel que merecen el respeto de todos los compañeros. A ningún peledeísta le luce exhibir una conducta irrespetuosa o insultante ni contra Danilo ni contra Leonel porque de hacerlo se rebaja al terreno del Falpo y de otros izquierdistas y ultraderechistas que ante su rechazo por el pueblo, insultan tanto al presidente Medina como a Leonel.
Por otro lado, si un leonelistas dice que el compañero Gonzalo distrae recursos del Estado costeando una vida de lujo de dos conocidas hembrotas, pues también esa es una acusación torpe e irrespetuosa.
Todas esas conductas son reprochables porque con ellas se niega el corazón y la esencia de las enseñanzas de Bosch; se niega la rectitud conductual del partido y la importancia de la gratitud y respeto que muchos altos dirigentes deberían guardarles a Leonel. Por esas negaciones es que digo que el PLD actual padece el síndrome de Cotard.
La población sabe que Leonel es un líder señero y confiable, y por eso su victoria en octubre y en el 2020 está garantizada por esa misma población.