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El Tío y la crisis Haití

El Tío y la crisis Haití

Luis Pérez Casanova

Cuando se supone que existen más razones para intervenir en la crisis de Haití, una nación que ha tocado fondo al caer en manos de pandillas, el Gobierno de Estados Unidos, que en el pasado ejerció como la Policía del planeta, toma la insólita decisión de desentenderse de la pesadilla que agobia la empobrecida República.

No lo hace por respeto a la soberanía y la autodeterminación, sino por temor a empantanarse, como ha ocurrido en otros territorios, en un conflicto complejo. Es verdad que son los haitianos los que deben resolver sus problemas, pero también lo es que la nación no está en capacidad de valerse por sí misma para afrontarlos.

Con 17 estadounidenses y canadienses secuestrados por bandas, Washington tiene un motivo adicional para tomar partida frente a la debacle.

La extraña conducta del Gobierno de Joe Biden en Haití comenzó a evidenciarse a raíz del magnicidio del presidente Jovenel Moise, un crimen que si cuatro meses después permanece impune ha sido porque Washington no ha mostrado el menor interés en que se aclare. Tras la disputa por el poder que surgió tras el crimen, Estados Unidos, la OEA y las grandes potencias occidentales reconocieron de inmediato como heredero legítimo al canciller Claude Joseph, quien para entonces actuaba como vocero del Gobierno haitiano.

Sorprendió que de buenas a primeras todos modificaran su posición al señalar que el mando correspondía al actual primer ministro Ariel Henry, quien no llegó a juramentarse en el cargo en que había sido designado 72 horas antes de la muerte de Moise.

Es más que sabido que si Washington hubiera intervenido en la investigación, o siquiera dado a conocer el resultado de sus impresiones, hace tiempo que estuviera despejado el velo de misterio que ha rodeado el asesinato de Moise. Pero no, se echó a un lado, consciente de que los haitianos no tendrían forma de desenredar la madeja.

Ahora, cuando la crisis se ha agudizado más, en que las pandillas han impuesto el terror y secuestran a ciudadanos estadounidenses, el Gobierno de Biden alega que la crisis haitiana es un problema de los haitianos, en la que no va a intervenir, sin importar las consecuencias para la vecina República y la región. Sin oro ni tierra rara en el territorio es comprensible la indiferencia de las potencias ante un conflicto que trasciende lo político y raya en lo humano.

El magnicidio de Moise, la deportación de los haitianos que penetraron a Estados Unidos a través de Texas, el aparente abandono de los misioneros secuestrados por pandillas y la decisión de no intervenir en una salida a la problemática solo indican que el Tío nada quiere con una nación que ocupó durante 20 años (1914-34) para proteger intereses y salvar vidas. Como la Sidney aquí en 1965.