El civismo exhibido por el electorado en las votaciones del domingo contrasta con el alto costo -más de cinco mil millones de pesos- que según el presidente de la JCE representó el montaje del certamen.
En estos tiempos de tecnologías modernas, con un nivel de conciencia cada vez más elevado en la población y en que las marrullas resultan mucho más difíciles es una afrenta que un proceso de votación en este país tenga un costo que en términos relativos supere a naciones más desarrolladas.
De acuerdo con el presidente de la JCE, Román Jáquez, el padrón electoral está conformado por 8,145,548 votantes a nivel general, de los cuales 7,281,763 podían sufragar en territorio nacional y 863,785 en el exterior.
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Esos colegios que se habilitan en el exterior pueden revisarse para facilitar el sufragio a la diáspora de una manera más cómoda y económica.
Es posible que la propia estructura burocrática y la logística de que disponga la JCE para organizar el sufragio también amerite una revisión rigurosa para bajar los costos.
El mismo financiamiento de los partidos, los cuales apenas rinden cuentas de sus operaciones, hace tiempo que precisa de un saneamiento.
Con el sistema administrativo y financiero que impera las proyecciones son de que las elecciones serán cada vez más costosas para el contribuyente.
La gente ha comprendido dentro y fuera del país el deber de ejercer el sufragio, que lo hace de manera ordenada, por lo que no se puede gastar tanto dinero en un proceso de votación.