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En este sueño hay una luna blanca

En este sueño hay una luna blanca

Gustave Flaubert, en voz de “Rodolfo” dice que debemos rendirnos ante lo hermoso, ceder a la delicadeza como a la sonrisa de los ángeles, así la pluma del poeta se rinde frente a una caraluna como la de Helen Kane, y se embriaga y canta, y canta.
En Luis Reynaldo Pérez la belleza es sublime, se aspira a ella, justificación de todo lo escrito, (por nada más), diríamos ¿qué más importa?, sólo la embriaguez, la pasión y las noches de luna.
Destaquemos su sutileza, lo sublime ante todo, el erotismo y el amor casi siempre presentes en sus versos. Fortuna que nos da la poesía.
Luis Reynaldo nació en Santo Domingo el 10 de diciembre de 1980, bajo el signo de Sagitario, es editor, publicista, y gestor cultural.
Múltiples veces preimiado y publicado, entre sus libros figuran “Temblor de lunas”, “Poemas para ser leídos bajo la lluvia”, “Urbania”, y “Dolor que maulla”.
Luis Reynaldo Pérez

En este sueño

En este sueño estamos todos
los que volamos con alas de viento sobre las piedras
también están los otros
los que reptan como gusanos sin luz
bajo la hierba
o aquellos que se pudren entre una tercia de ron
y una bocanada de música que les acaricia la existencia
estamos todos ahí
en los latidos de la ciudad
que duerme con los ojos
preñados de presagios y dudas.

Una luna blanca

Una luna blanca
alumbra el paso de los ratones por las aceras
retumba parida de rabia y tambores
y la ciudad bosteza
extiende los brazos hasta tocar las nubes
estira las piernas de yagua
y se recuesta en la orilla del azulcaribe
su ronquido despierta las estrellas
y duerme
como un niño
que entre sus manos tiene
el tiempo y su estela.

Contra caminos

No sé si te pasa lo mismo
pero en algún momento
mientras estamos uno al lado del otro
y el silencio se cierne con crueldad entre nosotros
decimos palabras para no decir palabras
callamos
y nos quedamos mirando la noche
que nos cubre los ojos
como dos muros de piel que acercándose se alejan
como dos futuros que cada vez son más pasados
como dos estrellas que se repelen en la infinitud del cielo
acaso
ese es nuestro destino
estar lejos.

Corazón/es

Soy yo
el corazón que bajo los árboles late al ritmo de tus pasos
y respira quieto el olor a jazmines que se anida en tu pelo
soy yo
el corazón de hule que camina indeciso por el filo de tu memoria
se desnuda de su piel de cera para sentarse a tu lado
soy yo
el corazón que a la distancia se pudre por que tus manos
no palpitan sobre el horizonte tibio de su pecho
eres tú
corazón de ladrillos que me cierra las puertas al puerto de tu boca,
al cielo de tu pubis, al centro de tu flor
eres tú
el corazón canino que muerde mi paciencia, que se come mi luz,
que no planta rosales en el sereno pliegue de mi cuerpo marchito
eres tú
la caricia que no golpea ciega en mis tardes azules
en mis noches calladas, en mis lagrimas de tul
somos dos
corazones silentes
que a la sombra de otros nombres
se mueren alejados
por paredes de células, de huesos, de sangre.
Tristanía

Llueve en la ciudad
y por mis ojos
un diluvio de penas
transita libremente
agua
besando el asfalto
tu sombra
rueda como un angelote de alas quebradas
por la habitación oscura
pende tu nombre
del techo de mi memoria
el islote de piel
que alguna vez recorrí de norte a sur
se me aparece oloroso a jardín
en el costado izquierdo del colchón.
Real
Alguna vez leí
que solo lo que se escribe existe
por eso
solo soy
solo existo
en este momento
en que las cuatro teclas que forman mi nombre
son oprimidas por estos dedos sin tiempo
ele-u-i-ese
ahora existo
en este instante
en que una luz sucia acaricia el cielo
y que quiero meter a fuerzas en
esta hoja de vidrio en la que garabateo versos
esta luz que recorre los túneles
abiertos bajo mi piel.
Escrito hace tres minutos

A veces sucede que tengo ganas de morder el horizonte
como un perro hambriento de cielo
y me conformo apenas
con ver desde estas cuatro paredes
sin tiempo
la esquinita de mar que se cuela por la ventana
y en la que se mira el cielo
como una muchacha vanidosa
que se alista para salir de fiesta con los soles.

El Nacional

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