Mary Leisy Hernandez
Marilei@hotmail.com
Refugiados en la iglesia
Roma, Italia.- Entramos a una iglesia para cubrirnos del aguacero y aquello fue como una bendicion de Dios. Era un domingo en la noche en Roma y caminábamos por sus calles deteniéndonos en sus plazas, sus fuentes y todo lo que nos llamaba la atención.
Fue un día intenso. La caminata había comenzado temprano saliendo desde la Basílica de San pedro y desde allí habíamos cruzado por diversas calles, esquinas y puentes. De pronto Caminando hacia la Plaza Savona a eso de las siete de la noche vino tremendo aguacero y nos refugiamos en una de sus tantas iglesias barrocas en las que se celebraba misa de domingo. Italia es de los pocos países de Europa con importante actividad y presencia católica. En las misas siempre tienen buen número de feligreses.
Nos sentamos en uno de los bancos de atrás para no interrumpir la celebración y yo aproveché para orar por mi gente, por su salud, por la paz. Llovía mucho y pude orar mucho. Mientras el sacerdote y sus feligreses seguían la misa en italiano yo rezaba en Español por mi hermana que estaba enferma, por el hermano que vive lejos, por los separados, y mientras más oraba más motivos y ganas encontraba para orar. Encontré maravilloso que la lluvia interrumpiera por un momento nuestras vacaciones en Italia. Di gracias y sentí ganas de que el aguacero se prolongara para seguir orando y orando.
Mientras yo oraba, mi esposo entraba y salía con ganas de ver que pasara la lluvia para continuar el recorrido que nos llevaría a disfrutar de las fuentes de la Plaza Savona, al Mercado Di Fiori, al Barrio Gótico y a otros lugares que habíamos programado en el recorrido, entre los que también se incluían impresionantes iglesias en las que escudriñamos sobre su estilo arquitectónico, su historia y sus grandes atractivos turísticos.
En esta iglesia que nos sirvió de refugio yo ninguna atención presté a su pintura ni su arquitectura. Parece que cada gota de lluvia era un ángel enviado para entrarnos al templo y dar mensajes. De tanto orar entré en una profunda comunicación con Dios y de pronto olvidé que estaba en Italia. Sin estar en los propósitos logré vivir uno de los más maravillosos encuentros con el señor y uno de los más inolvidables momentos del viaje.