Con la casa llena
La Paz. Bolivia. Interesante intercambio cultural vivimos durante la reciente temporada navideña, gracias a la acogida que ofrecimos a familiares y amigos de diferentes países. Por varias semanas, nuestra casa se convirtió en una especie de Naciones Unidas. Fue preciso hablar en varios idiomas e intentar comprender y aceptar las particularidades de cada huésped, según las costumbres del país y familia en la que creció o vivió.
Desde Inglaterra llegó nuestra hija con su novio Galés, quien a pesar de su esfuerzo, hablaba menos que lo básico en español. Los primeros en llegar fueron mi sobrino y su amigo norteamericano desde República Dominicana y por último, llegó mi amiga argentina residente en Brasil, para completar un grupo de 7 personas y 5 nacionalidades, incluido mi marido francés y yo.
Muy interesante sentir lo bien que nos llevamos y la pasamos, a pesar de las grandes diferencias culturales, del ritmo y particularidades de cada uno. Las edades también muy distintas, pero nos acoplamos para convivir y salir juntos o en pequeños grupos, a descubrir maravillas de Bolivia, como el Lago Titicaca, el trópico boliviano y el inmenso desierto de sal Uyuni,
Cada uno se esmeró en preparar recetas de su país y eso sirvió para compartir mas, enriquecernos culturalmente y para que todos colaboraran en los quehaceres domésticos y cotidianos. Tuvimos momentos de compartir, pero igual cada uno anduvo a su aire y escogió hacer las actividades que más correspondía con sus intereses.
Eso permitió que mi marido y yo estuviéramos relajados como anfitriones de ese pequeño ejercito de seres queridos, que vino a pasar tan linda temporada con nosotros, en un país en el que vivimos lejos de los nuestros.