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La especulación bursátil de las armas de fuego en Estados Unidos, supera la valoración humana, conforme la tétrica combinación de la Segunda Enmienda, que permite la adquisición a sus ciudadanos de un arma de fuego, inclusive fusiles de asalto, y le presión inhumana y execrable de la American Rifle Asociation, la nefasta AAA o Triple A.
No de otra manera interpretativa es posible discernir en el sentido de que no sea posible suprimir el canon constitucional de la llamada Segunda Enmienda consagrada en la Constitución de los Estados Unidos que permite portar armas de cualquier tipo a sus ciudadanos.
La Segunda Enmienda reza en su artículo 15 textualmente: “Una milicia (crear) bien regulada, siendo necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas, no será infringido”.
La Constitución de los Estados Unidos se promulgó el 17 de 9 de septiembre de 1887, y la Declaración de Independencia se produjo el 4 de julio de 1776, es decir, once años antes de promulgarse la primera Constitución.
En la primera constitución, conforme reseño, no se menciona que los ciudadanos de las originales 13 colonias que proclamaron su ruptura con la corona inglesa que ceñía el rey Jorge II, dispusieran de la facultad de portar armas de fuego, sino más bien especifica la creación de “una milicia bien regulada”, no conceder permisos de porte y tenencia de armas de fuego a ciudadanos.
Para categorizar más el espíritu de los legisladores que redactaron la Carta Magna de Estados Unidos, encabezados por Thomas Jefferson, uno de los llamados Padres Fundadores, que proclamaron la independencia con la consigna de libertad a todos los hombres, pero con esclavos, concerniente al derecho de portar armas de fuego, en su artículo 16 dice:
“Proveer lo necesario para organizar, armar y disciplinar a la Milicia, y para regular la parte de ésta que se utilice en servicio de los Estados Unidos; reservándose a los Estados correspondientes el nombramiento de los oficiales, y la facultad de entrenar la Milicia conforme a la disciplina prescrita por el Congreso”.
No menciona ni por asomos, conceder a los ciudadanos derechos de porte y tenencia de armas de fuego.
La catastrófica y censurable Segunda Enmienda surge el 15 de diciembre de 1791, cuando los Estados Unidos no estaban en guerra alguna, identificando que la guerra de independencia se libró entre 1775 a 1782, y la llamada guerra anglo-norteamericana, aunque la primera fue también contra Inglaterra, se produjo entre 1812-1815, cuando los intentos de los nacientes Estados Unidos de apoderarse de Canadá se frustraron, en esa ocasión por la supremacía de Albión.
Las motivaciones para redactar y publicar la Segunda Enmienda no disponían de asideros justificativos que no fuesen para exclusivamente favorecer a los constructores de armas, porque para custodiar la seguridad de los Estados Unidos en su integridad como nación, se contaba ya con una estructura militar organizada por Francia, que aportó armas, recursos económicos y personal durante la guerra de independencia, y que dirigió el Marqués de La Fayette.
La posesión de armas de fuego por civiles en Estados Unidos se estima en 310 millones, de una población total de 323.1 millones (2016), es decir, que solo 23 millones no posen armas, que se presumen menores, minusválidos, ancianitos, indocumentados, no ciudadanos y presidiarios.
La población de inmigrantes en Estados Unidos se estima en 2016 sobre los 43 millones, de estos, once millones de mexicanos lideran la inmigración, porque de alguna manera expresan que California, Nuevo México, Texas, Oklahoma y Nevada fue parte de su territorio que anexó Estados Unidos entre 1845-1847 por la supremacía de las armas.
La mitad de las armas de fuego en manos de civiles del mundo la poseen ciudadanos norteamericanos, que ocasionan más de 33 mil muertes al año, la mayor parte 20 mil suicidios, once mil asesinatos, y en 2013 fueron vendidas 16.3 millones de armas a ciudadanos norteamericanos, que poseen, uno solo, varias armas de distintos calibres, inclusive fusiles de asalto AR-15, el preferido, y ametralladoras, que se adquieren con solo presentar su identificación con nombre, dirección de residencia, fecha nacimiento y foto frontal, que el FBI depura para verificar antecedentes penales o psicológicos, y si en 72 horas no responde, el vendedor está autorizado a vender el arma, traduce que en Estados Unidos resulta más fácil obtener una licencia para poseer armas que una receta médica, que sí es complicada porque está en juego la licencia y penalización a la farmacia.
En 30 de los 50 Estados de la Unión, los menores no están facultados para poseer una pistola o revólver, pero si un rifle de cualquier calibre y una ametralladora, uno de los grandes contra sentidos de la política estadounidense concerniente a otorgar permisos de armas de fuego a sus ciudadanos.