Opinión Articulistas

Estado débil y corrupción

Estado débil y corrupción

Pelegrín Castillo Semán.

Desde los 80s aprendí con Myrdal, Nobel de Economía, en sus valiosas obras sobre el subdesarrollo en Asia, que el Estado Débil y la corrupción eran fenómenos estrechamente interrelacionados.
Un Estado Débil-que no es capaz de aplicar su Constitución y sus leyes con relativa eficacia, igualdad y racionalidad-, generaba corrupción, y esta a su vez, generaba mayor debilidad.

De este modo, se disparaba un proceso de “causacion circular acumulativa”, que en lenguaje simple, es un círculo perverso, que se constituía en un obstáculo infranqueable al avance de las naciones y su gente.
La progresión de la degradación estatal, es el Estado Fallido-limbo anómico, Estado-mercado, enclave encanallado-, incapaz de garantizar mínimamente servicios públicos esenciales.

En esos contextos, el pacto social y nacional se socava y erosiona, ya que los ciudadanos, que no son tratados como tales, cortan o debilitan sus vínculos de lealtad con su nación. No la perciben como propia, ya que no los protege, ni los hace suyos, como su principal recurso.

La expulsión incensante de la población- al exterior, a la informalidad, o a la economía canalla-; el desarraigo, con la consiguiente perdida de valores; la fractura “de dos o mas naciones en una sola tierra”, terminan en conflictos sociales interminables y propician ingobernabilidad. Ese es el cuadro sombrío del descalabró final, cuyo ejemplo más doloroso en el continente es Haití.

Con el tiempo vendrían más investigaciones- Acemoglu, Lebyson y List- que resaltaban la importancia decisiva de construir instituciones fuertes, funcionales, inclusivas, simbióticas.

Sin embargo, estas a su vez, no surgen por generación espontánea. Más bien dependen, en buena medida, de contar con clases dirigentes o élites responsables y competentes, capaces de pensar, actuar o sentir en función de un proyecto nacional al servicio de su pueblo, no de minorías privilegiadas o de poderes foráneos .

Pero también se confirmaría que el Estado Débil, va asociado indisolublemente a prácticas dominantes en el sistema económico, de carácter extractivas de rentas, dentro de esquemas de lucro fácil y consumo suntuoso, de alta concentración, donde reguladores públicos son designados o mediatizados por los regulados.

Donde hay más gente queriéndo hacerse ricos, que empeñados en producir riquezas. Los estudios de campo de André Corten en los 80s, tienen mucha vigencia en nuestra realidad insular.

Los efectos deformados y deformantes que provocan esos esquemas, malogran los esfuerzos de desarrollo, y los sistemas, estructuras y cultura de corrupción, con la expansión de una Economía Global Canalla, solo se han potenciados.

Por: Pelegrín Castillo Seman
pelegrinhcastillos@gmail.com

El Nacional

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