Escribir en estos tiempos sobre la pertinencia de las ideas de la izquierda revolucionaria, es para mucho un atrevimiento, una osadía, un desfase. Es estar loco. Debemos asumir de manera inversa ese discurso de aquellos que desde la sombra y desde centro de pensamiento de la derecha, maquinan, trabajan, elaborando ideas permanentemente y la ponen en práctica a través de diversas herramientas.
Estas son subvencionadas por la supraestructura del Estado, para aniquilar a lo que aún no mantenemos con la utopía de que un mundo mejor es posible a través de un sistema político, social, económico, artístico, cultural cargado de espiritualidad, donde el ser humano, su desarrollo y felicidad sea el centro de todo el quehacer, por encima de la acumulación angurriosa de capitales y riquezas materiales vergonzosas.
Observamos con desolación, dolor, pero con igual intensidad de rebeldía, como la humanidad viene siendo sometida ante los intereses de un reducido núcleo social en la esfera global pero súper poderoso.
Además, reducir la población mundial, una reducción drástica a través de diferentes herramientas de las superestructuras estatales, de instituciones globales. Creando crisis ficticias, provocando daño a la naturaleza, guerras, pandemias y la no menos sutil pero letal ideología de género donde se conciencia que reproducirse a través de hombre y mujer ya no es necesario para darles continuidad a la humanidad.
Esto así, y debido a que, los avances en la Medicina y la manipulación genética ha llegado tan lejos que ya tú puedes pedir tu hijo por encargo.(…). Y alquiler de vientre. Ante este panorama, ser revolucionario es mucho más difícil. Es un escenario desfavorable totalmente.
La derecha alentada y dirigida por sectores de poder reducido pero globalizado, han ganado espacio o batalla en esta contienda política por la redención de la humanidad entre la derecha y la izquierda. Ese núcleo gobernante detrás de la sombra, manipula, titiritean a los Gobiernos, a los líderes de las religiones, como a las iglesias. Es un poder avasallador.
Hoy es necesario que los revolucionarios de izquierda aterricemos poniendo los pies y el cerebro sobre el candente suelo social, erosionado, maltratado. Es hora de rearmar la utopía como dijo Narciso Isa Conde. Es necesario asumir ese concepto de rearmar la utopía, de que sí se puede. Trabajar, educar para tener una sociedad diferente, que es posible.
Por: Francisco Miguel Herrera