El decomiso de más de cuatro millones de unidades de fármacos adulterados es un escándalo desde cualquier punto de vista.

No se aclaró si los productos son importados o fabricados en los muchos laboratorios sin autorización que operan en cualquier rincón de la ciudad o del territorio.

La falsificación de medicamentos es una peligrosa y vieja práctica, con múltiples consecuencias que no se acaba de erradicar. Y para colmo siempre se ha sospechado que los establecimientos cuentan con algún tipo de protección oficial y la complicidad de farmacias.

En los operativos realizados por el Cuerpo Especializado de Control de Combustibles y Comercio de Mercancías (Ceccom), la Dirección General de Medicamentos, Alimentos y Productos Sanitarios y la Procuraduría General de la República se ha dado cuenta de la detención de cuatro personas en Santiago y Montecristi.

Pero es claro que se tiene que actuar con más energía frente a una práctica que no solo afecta el lícito comercio, sino la salud de la población.

Al no cumplir con las especificaciones de rigor los medicamentos falsificados son un verdadero riesgo para los consumidores.