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Gandhi por siempre

Gandhi por siempre

José Antonio Torres

Eran la 5:17 minutos de la tarde del 30 de enero de 1948 cuando Nathuram Vinayak Godse hizo tres disparos a quemarropa contra Mohandas Karamchand Gandhi , cuando el líder más venerado de India salía de una reunión de oración en la capital, Delhi. Un año después un tribunal de primera instancia condenó al asesino a muerte.

Fue ahorcado el 15 de noviembre de 1949, después de que el tribunal superior confirmara el veredicto, que también incluyó a Narayan Apte, quien actúo como cómplice, mientras otros seis fueron sentenciados a cadena perpetua.

Había acusado a Gandhi de haber traicionado a los hindúes por estar demasiado a favor de los musulmanes y blando con Pakistán. Incluso lo culpó por el derramamiento de sangre que marcó la Partición, el proceso a través del cual India y Pakistán fueron creados después de la independencia de Reino Unido en 1947.

El asesino de Gandhi pertenecía a una organización de derecha denominada, Organización Nacional de Voluntarios (RSS), la que negó que éste militara allí como momento de cometer el crimen.

Sin embargo, un grupo de derechistas hindúes en los últimos años ha alabado a Godse y celebrado abiertamente el asesinato de Gandhi. El año pasado, un diputado describió a Godse como un «patriota».

Aunque fue el artífice de la independencia de la India (1947), Mahatma Gandhi raramente es evocado por ese logro. En primer lugar, porque lo más inspirador de su figura no reside tanto en aquel fin como en los medios, es decir, en sus casi tres décadas de perseverancia en un activismo pacífico fundado en la no violencia y en la fuerza de las convicciones.

Y en segundo lugar, porque sus metas siempre fueron mucho más amplias, y abarcaron la abolición de las castas, la justicia social, la transformación de las estructuras económicas y la concordia entre religiones, designios que convergían en el ideal de una profunda renovación ética y espiritual del ser humano.