La estabilidad en Haití se torna más lejana, no solo por la incapacidad para doblegar a las pandillas que tienen la nación en zozobra, sino por las pugnas en el poder político.
La muestra más elocuente la representa la destitución de Garry Conille como primer ministro por las diferencias que tenía con la mayoría de los integrantes del Consejo Presidencial de Transición (CPT).
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Conille fue sustituido por Didier Fils Aimé, quien era uno de sus principales rivales. La integración del CPT y la designación de un primer ministro fueron celebrados como pasos trascendentales para impulsar la estabilidad y la gobernabilidad en la vecina República.
Pero los miembros nunca pudieron ponerse de acuerdo, además de las denuncias de corrupción que ensombrecieron su gestión. Con la crisis que ha brotado restablecer la seguridad y organizar elecciones se torna más complejo.