“Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que han ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.” Esta cita la he tomado textualmente del descollante artículo del Comandante Fidel Castro Ruz que recientemente tuvo a bien compartirme –como siempre hace con temas de mutuo interés- el excelso Dr. Marcos Bisonó Haza, respecto de la primera visita presidencial realizada por Barack Hussein Obama a Cuba desde su antecesor Calvin Coolidge en 1929.
En dicho artículo –que luce más bien, como una reafirmación de principios-, el líder revolucionario le recuerda a su homólogo norteamericano, con precisión matemática; las luchas, sinsabores, pérdidas y sacrificios que el pueblo cubano ha debido superar –precisamente-, por presiones del “imperialismo”.
Los Estados Unidos no pierden tiempo y cuentan con los thinktank’s y lobbystas de mayor prestigio e influencia en términos de geopolítica y geoestrategia de la diplomacia internacional. Saben muy bien que China –como agua derramada- se encuentra exudándose sobre América Latina en un proceso de expansión previsto por el brillante Zbigniew Brzezinski en su magistral obra “El Gran Tablero Mundial; La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos” pero no con la magnitud y rapidez con que se desarrolla en la actualidad a pesar de su desaceleramiento.
Es esta infiltración geoestratégica a través de la economía del gigante oriental, que ha instado a Norteamérica a replantear su distanciamiento “ideológico” con nuestra hermana isla de Cuba. Solo los ingenuos piensan que la Revolución logró ganar el pulso histórico. Todo lo contrario, -paradójicamente- no es, sino la preocupación económica de la pérdida de un importante y estratégico mercado que mueve al ejecutivo estadounidense a promover públicamente un acercamiento con su vecino antillano.
Nadie olvida –y estén seguros que USA y China no lo hacen- el valor económico que representan los cubanos de la diáspora. De igual forma tampoco olvidan la significación de un mercado preparado, virgen y ansioso de recibir inversiones cuya rentabilidad resultaría indiscutible.
Por esto vimos a Obama disfrutando un partido de béisbol amenamente en el estadio Latinoamericano de La Habana, y veremos muchas cosas más. Pero, para nuestra causa, debemos prestar especial atención a la apertura de Cuba porque –parecería inevitable- va a golpear de manera contundente y directa nuestros principales sectores económicos. Negarlo es enterrar la cabeza como el avestruz; prepararnos es asumir la realidad. Recordemos a William George Ward cuando afirmaba que “El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.”