El deceso físico del escritor uruguayo Eduardo Galeano entristece, ciertamente, pero a la vez nos motiva a emularlo y defender siempre nuestro legítimo derecho a soñar, a delirar y desear desde lo más profundo de nuestro ser la utopía.
En una ocasión Galeano contó cómo aprendió que la utopía nos sirve para caminar y avanzar, en ese sentido delirar, soñar la utopía de una República Dominicana distinta se constituye en fuerza motora para lograr avanzar en el cambio al que aspiramos.
Deliro y sueño: mañana temprano los jueces de la Suprema Corte de Justicia dimitirán y serán sustituidos por otros y otras con una visión de justicia más limpia y sana, jueces que merezcan el respeto y confianza del pueblo.
Deliro y sueño: se someterá a la acción de la justicia a Félix Bautista y con éste se sentará un precedente contra la corrupción administrativa desde el Estado. La justicia obrará a fin de reivindicar al pueblo y devolver en obras de bien social lo que las acciones de Bautista y sus cómplices han arrebatado.
Deliro y sueño: Leonel Fernández desistirá de su lucha por el poder, entendiendo que ya ha tenido más oportunidades de las que ha merecido y que ha defraudado a la población dominicana, se quedará, como premio de consolación, con FUNGLODE y desde allí se dedicará a intentar mejorar su imagen con trabajo intelectual y filantrópico.
Hipólito Mejía, por su parte, obtendrá la aceptación personal que busca, con su mentalidad de bufón, pero aprenderá que el espacio público no es para él, se dedicará a atender de sus fincas, cultivará plátano, yuca o ñame y contará a sus nietos que su vida política fue apenas un tropiezo del sistema, una nota jocosa (y vergonzosa) en la historia nacional.
Miguel Vargas se mirará al espejo y de pronto verá que su rostro bien puede ser el de un empresario, pero no el de un presidente, leerá un par de libros de Omar Rincón sobre los presidentes Celebrities y no le quedará duda.
Deliro con un Danilo Medina renovado por epifanía, de pronto se da cuenta de que “Hacer lo que nunca se ha hecho” es un compromiso importante más que un lema de campaña y que eso implica hacer diferente, dejar de nombrar megadivas en los puestos públicos, abandonar su política clientelista, sus fingimientos y actuar en pro del pueblo, escuchando sus demandas y defendiendo sus intereses… significa olvidar la propaganda política en torno a su figura y promover políticas públicas justas e inclusivas.
La izquierda y la oposición entenderán que no existen como tales y se dedicarán a ser coherentes reformulándose para lograr dibujar con mayor precisión los trazos de su nueva existencia, dejando así de ser una penosa caricatura.
Sueño con que se disuelvan los partidos políticos existentes, se jubilen todos y cada uno de los políticos y políticas del momento y surjan figuras nuevas con ideologías definidas en pro de la democracia.
Deliro y sueño: un día no muy lejano la ciudadanía dominicana entenderá su responsabilidad en el cambio social y político.
Sueño y deliro, porque estos deseos nos motiven a avanzar, a caminar, luchar y exigir con más fuerza y empeño la República Dominicana de utopía que merecemos.
Es mi modo de homenajear a Galeano.