Opinión

Ilusión de un amigo

Ilusión de un amigo

Tengo un amigo dominicano que vive en el extranjero, pero se mantiene siempre pendiente de los acontecimientos de un terruño que debió abandonar por la imposibilidad histórica para acoger a todos sus hijos, determinada por las horribles maneras que hemos establecido para administrar tanto lo que la naturaleza nos legó, como las riquezas que hemos podido generar.

El no se resiste a la extradición económica y social permanente. Por eso, hace todo lo posible para que sobreviva a diario la ilusión del retorno. Para eso, monitorea los sucesos trascendentes de la nación, asido a la cada vez más disminuida esperanza de que tras ellos, pueda arribar la certeza de que las condiciones cambien y con ellas sus posibilidades.

En cada episodio electoral sus antenas nostálgicas se disparan y su obstinación con la idea de volver se incrementa hasta a alcanzar matices elevados. “Esta es la oportunidad de que mi pueblo encuentre la fórmula política que lo conduzca por senderos distintos a los tantas veces transitados y otras tantas fracasados”, se dice a sí mismo, casi como un antídoto para una desolación que le corroe el alma y que se multiplica ante la reiterada comprobación de su equivocación.

“Dime que en esta ocasión las cosas serán diferentes, que ahora sí seremos capaces de actuar de conformidad con lo que debiera decirnos el más elemental sentido de la lógica, y que no asumiremos la misma conducta de complicidad ante descaros evidentes que se prolongan por demasiado tiempo y que garantizan que nada cambie y que, por eso, no logramos superar los precarios índices que nos estigmatizan como una colectividad sumergida en el atraso y alejada del desarrollo humano, con la agravante de que disponemos de los recursos necesarios para que otra fuese la realidad“.

“Dame la buena nueva de que los pobres comprendieron que su problema no se resuelve con dádivas ocasionales ni con soluciones alimenticias episódicas; que atenta contra sus propios intereses disfrutar horas y padecer siglos. Hazme saber que nuestros profesionales asimilaron que un mísero salario no debe ser fundamento para alquilar dignidades. Espero que nuestros ricos prefieran reglas claras e instituciones fuertes, antes que tráfico de influencias y canonjías sin concursos. Infórmame que la oposición entendió que su dispersión es más aliada de sus adversarios que los partidarios de estos”. Qué pena constatar que el destierro de mi amigo se prolongará y su ilusión de retornar sufrirá otro revés.

El Nacional

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