Partiticipar en política ya no es una opción
(2de2)
Desde la Policía Nacional he buscado el acercamiento a las masas, a la gente y sus problemas, para ser, durante más de 27 años, un facilitador para solucionar conflictos sociales provocados por los actores con poder del sistema imperante, también un negociador alternativo para hacer llegar el olvidado brazo del Gobierno a comunidades que solo son visitadas en tiempos de campaña, para venderle espejitos y falsas promesas.
La democracia es presencia, acción y escuchar lo que quiere el pueblo invirtiendo los recursos públicos que generan los impuestos que pagamos en soluciones y respuestas a cada demanda ciudadana. Las grandes mayorías nacionales están cansadas de esa democracia distante, lejana y divorciada de su dolorosa realidad socioeconómica. Democracia es acompañar y obedecer a su pueblo.
Desde que era preadolescente he participado activamente en política. Mientras fui oficial activo, a pesar de las limitaciones para deliberar y emitir opinión, muchas veces me tomé la libertad de alzar la voz para conjurar la injusticia de adentro y la injusticia de afuera.
Estimulado y condicionado por estas situaciones, me fui a las aulas universitarias a estudiar mi verdadera vocación, la de la comunicación de masas, la de llevar esperanzas a las adormecidas mayorías nacionales, a despertar conciencia, a motivar el compromiso y la participación ciudadana para exigir a la corrupta clase política dominicana practicar la justicia social, en este triste continente, la región de mayor desigualdad social de la tierra.
Así como lo tuviera para la sociedad norteamericana Martin Luther King, tengo un sueño para mi país, que nuestro pueblo se levante de su aparente adormecimiento y resignación a seguir golpeados por la democracia violenta, abusadora, falsa y fallida; una democracia que más que palabra liberadora es un látigo de esclavitud. Los ideales de Duarte y Luperón; de Manolo, de Bosch y de Hostos; de Caamaño y Fernández Domínguez, han sido burlados por una horda de asaltantes de los partidos políticos tradicionales.
Creo en la democracia y sus instituciones, pero no en la democracia que se burla del ciudadano y reparte pobreza e ignorancia; creo en la democracia de la Libertad y la honestidad; en la democracia de la justicia y la equidad; no en la democracia del hambre y la corrupción; creo en la democracia que liberta no en la que esclaviza, creo en la democracia que permite disentir, no en la que secuestra el pensamiento, creo, en fin, en un modelo de democracia llena de justicia social.
Mi llamado, al mostrar mi credo político, va dirigido al Pueblo, al verdadero soberano, para participar en política como obligación, para despertar de su letargo, para empoderarse y exigir de los malos gobiernos que hemos tenido históricamente; el relanzamiento de la democracia como sistema político, aquella creación del pensamiento griego, que comenzó a reconocer al hombre y la mujer como centro y objetivo de todo lo que haya de hacerse desde la administración de los Estados.
Despierta, oh Pueblo Dominicano y hagamos realidad mi sueño, que es el mismo de Los Trinitarios, Los Restauradores y de cada dominicano que ama su patria.