La vida es tan compleja que a veces, resulta incomprensible. Los estudiosos de las ciencias naturales y las sociales, empeñados en descubrir el o los porqués de la existencia de nuestro planeta, no han escatimado esfuerzo para idear variadas teorías, con la finalidad de explicar los procesos biológicos y los cambios que se originan en el orden social. Confieso que unos años atrás, no entendía eso de teoría científica, debido a que durante la adolescencia una confusión bloqueó mi entendimiento.
Recuerdo que el libro de ciencias naturales usado en el séptimo de la primaria del colegio Don Bosco, hablaba superficialmente de los planteamientos científicos que trataban de explicar el origen del universo. No obstante ser este un texto que no debía contener la más mínima reseña religiosa, por cuanto la religión es una creencia basada en la fe y no del conocimiento fruto de la evidencia, proponía la teoría de la creación como la explicación, pura y simple, del comienzo de la vida.
En consecuencia, esta tergiversación impedía que entendiese que el darwinismo, el big bang, y una serie de teorías sociales probadas y comprobadas por la comunidad científica, son veraces y no simples especulaciones. Pero más allá de entorpecer el aprendizaje, el falseamiento, además, abona el terreno para debates estériles. Hay personas que no entienden que teoría, no es sinónimo de hipótesis; y la condenan cual si fuera una herejía. Mientras la hipótesis, no es más que algo por demostrar; una teoría es un sistema lógico deductivo constituido precisamente por varias hipótesis.
Es penosamente triste la confusión de tales individuos por estar mal informados, como yo. Por eso, decidí dedicarle unas líneas a este problema para tratar de que se entienda de una vez y por todas, que la idea de que la religión y la ciencia pueden observar desde la misma óptica lo que es la realidad, es pura mentira. Estoy convencido de que solo aceptando las cosas como son podemos conocer la verdad. Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libre. (Juan 8:32).
