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Israel y el Tío Sam

Israel y el Tío Sam

Luis Pérez Casanova

Si en algo han demostrado los israelíes estar plenamente de acuerdo es en la defensa de su territorio. Pero no así, como ha vuelto a verse en la respuesta del Gobierno a los siniestros atentados del grupo Hamás, en los métodos para combatir el terrorismo ni en los abusos contra el pueblo palestino. Muchos israelíes han sabido protestar contra la conquista de territorios palestino en Cisjordania, la extensión de los asentamientos ilegales y el asedio a la franja de Gaza.

No todos los palestinos comparten el terrorismo de Hamás, pero, con sus acciones, Israel los ha radicalizado. Necesitaba ofrecer una dura respuesta por los ataques del 7 de octubre que dejaron más de mil muertos, en su mayoría víctimas indefensas, cientos de heridos y unas 200 personas secuestradas. Sin embargo israelíes han condenado a través de diferentes medios el excesivo uso de la fuerza y al Gobierno de Benjamín Netanyahu por cortar el suministro de alimentos, el agua y la luz a los más de dos millones de palestinos residentes en los más de 365 kilómetros cuadrados de la franja de Gaza.

En un episodio tan doloroso, desconcierta que el fanatismo político no haga más que exacerbar el conflicto colocándolo en un plano en que los excesos del Gobierno de Israel son asociados al respaldo que la nación siempre ha tenido de Estados Unidos. Esa alianza ha sido la salvación de una nación, que aunque se disienta de muchas de sus acciones, es hoy una potencia en el Medio Oriente. Desde fertilizar el árido territorio, Israel exporta hasta tecnología. Si en lugar de hacerse acompañar del Tío Sam, la nación lo hubiera hecho de la Unión Soviética, China o algún país socialista, que a nadie le quepa la menor duda de que, si todavía existiera, fuera otra aldea en la región.

Los fanáticos le prestan un valioso servicio al Gobierno ultra de Netanyahu cuando critican el respaldo que le ha proporcionado Washington a la nación. Es triste reconocer, y más en un momento tan doloroso, que si los palestinos no han podido desarrollarse ha sido en parte porque sus líderes se han puesto en brazos de potencias que no han impulsado su bienestar económico y social.

Una cosa no se puede confundir con la otra, como evidencian los israelíes más sensatos, que son muchos, al reconocer que los palestinos no son sus enemigos. E incluso algunos han señalado con mucha propiedad que no se puede permitir que la masacre de israelíes inocentes se trueque en la matanza de palestinos también inocentes. En lugar de exacerbar el odio, las ocupaciones ilegales, la división y los abusos la lucha debe estar dirigida a que palestinos e israelíes puedan convivir en la armonía que comparten en la orquesta del argentino Daniel Barenboim.