Nana, la del servicio, proviene del sur profundo, es de muy buen corazón pero tiene la propensión de maltratar inmisericordemente el idioma español. «Sube pa’riba», baja pa’bajo», por un tiempo su palabra preferida era ripio y todo era un ripito. Otra vez se le cayó un diente y asumió un acento cibaeño, que terminó cuando se lo volvió a pegar con coquí, y definitivamente cuando fue al «dientista».
Lo que nunca ha podido superar y es que de cada cinco palabras que pronuncia una de ellas es «cosa». Patrón me trajo la cosa, la cosita que ud. busca está dentro de la cosa. Esa cosa no sirve. Ahora que tengo mas tiempo en la casa, el estar escuchando tanto abuso del lenguaje termina por hincharme el oído.
Como viejo jubilado que creemos saberlo todo, decidí poner todo mi empeño en corregir esta situación. En principio fue así. Dr. no se olvide de traerme la cosa? -El detergente querrá ud decir? – si, esa cosa-.
Doña Ana, donde esta mi camisa? -Dentro de la cosa- El armario querrá ud. decir? – Si esa cosa-
Tantas cosas y cositas termina por fastidiarte y concluir que ya esa Sra. no tiene «componte».
Resulta y viene ser que un día regresé del veterinario con el perro al que acabábamos de castrar. Cuando ella lo vio, lo primero que dijo fue «Hay… al perro le quitaron la cosa». Para mi esto fue una verdadera revelación. por fin pude saber lo que era la cosa. Ya no tenía dudas, la cosa es la bolsa’el perro» y desde un año hacia acá, cada vez que menciona la cosa, yo repito instantaneamente «la cosa es la bolsa’el perro.
Tanto se repitió esta letanía, que ella terminó por reconocer y enmendar su error, y me dijo, “Yo no tenía intención de referirme al perro, yo estaba charlataneando, la cosa es cualquier cosa, fijese Ud. que lo dicen en la radio y en la televisión a cualquier hora.