POR: José Antonio Torres
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El concepto de educación laica surgió históricamente de la separación Iglesia-Estado que tuvo lugar en Francia a finales del siglo XIX, aunque la separación entre las instituciones del estado y las iglesias u organizaciones religiosas se ha producido, en mayor o menor medida, en otros momentos y lugares, generalmente vinculadas a cambios políticos y sociales.
La educación laica garantiza la libertad de conciencia y de pensamiento, permite el razonamiento, rechazando la imposición de normas y valores morales particulares de las religiones existentes en nuestro país.
Hay que dejar claro que quienes abogan por una educación laica, para nada son ateos o no creyentes ni siquiera condenan la existencia de los valores religiosos sino que defienden la libertad de ser o no ser. La educación laica es una condición del desarrollo libre de los individuos, pues asegura la libertad de conciencia, tanto de quienes adoptan alguna religión como la de quienes no lo hacen.
Es bueno aclarar que la educación laica no cuestiona los fundamentos de las religiones, pero tampoco se basa en ellos sino en los resultados del progreso de la ciencia, cuyas conclusiones no pueden ser presentadas sino como teorías que se cotejan con los hechos que las confirman o refutan.
La educación laica no debe suponer ni la carga antirreligiosa ni la neutralidad. Si bien es clara la separación absoluta entre los contenidos escolares y cualquier culto religioso, no debe negarse a los educandos una elemental y bien graduada información sobre la historia de las religiones y su presencia en el mundo contemporáneo.
Desde hoy, cuando inicien las discusiones sobre el Pacto por la Educación, el tema laico no podrá obviarse y la sociedad tiene que estar clara sobre la diferencia entre lo que tenemos en el presente y las ventajas que significaría para el futuro. El Concordato firmado entre el dictador Rafael Leonidas Trujillo y el papa Pío XII, obliga a impartir religión católica en las escuelas dominicanas, lo que constituye un privilegio pasado de moda.
En términos generales, la mayoría de constituciones latinoamericanas presentan la educación estatal bajo este principio: “educación laica, gratuita y obligatoria”, enunciado típico de los movimientos liberales y la democracia moderna.

