Editorial

La farsa de nuevo

La farsa de nuevo

Turismo, exportaciones, remesas e inversiones extranjeras directas, que constituyen el sostén esencial de la economía dominicana, no deberían estar expuestos al vaivén de una campaña de descrédito que pretende consolidar la falsa imagen de que este es un país de racistas o xenófobos.

En penosa coincidencia de propósitos entre intereses de aquí y de Haití se procura reeditar el despropósito de presentar a República Dominicana como un Estado cuyo Gobierno y poderes públicos alientan forma de discriminación o de segregación.

El Gobierno ha hecho todo lo posible para que en un contexto de respeto a la Constitución y leyes, los inmigrantes indocumentados puedan regularizar su permanencia en territorio nacional, pero como dijo el presidente Medina, ninguna nación puede ser obligada a violar su propio ordenamiento jurídico.

Reiteradas denuncias del canciller, Pierre Duly Brutus, sobre supuestos actos racistas perpetrados contra inmigrantes vecinos, parecen perseguir desviar la atención de la opinión pública de Haití sobre la crisis político institucional que padece esa nación.

La Cancillería haitiana admitió que concedió permiso para que grupos haitianos realizaran una marcha de protesta contra República Dominicana que degeneró en un ataque a pedradas contra la sede del consulado dominicano en Puerto Príncipe, donde manifestantes arriaron la bandera tricolor.

Haití no ha cumplido con su compromiso de proveer de documentos a sus nacionales, por lo que sus autoridades carecen de calidad moral para reclamar al Gobierno dominicano que violente sus propias leyes para dotar de residencia a indocumentados sin papeles que consignen sus nombres y apellidos.

Una renovada campaña internacional de descrédito contra República Dominicana procuraría básicamente afectar su turismo, exportaciones y flujo de inversión extranjera, por lo que desde ahora se alienta al Gobierno a usar todos los mecanismos diplomáticos a su alcance para frustrar ese despropósito.

Si de algo están cansados los dominicanos es del chantaje ya no tan velado que se inocula desde élites haitianas, que no pocas veces es retransmitido por megáfonos locales, que no llegan a calibrar el daño que causan al gentilicio nacional.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación