Sin el entusiasmo de otros tiempos, la Feria Internacional del Libro, que se inauguró anoche, es el acontecimiento cultural más importante que se celebra cada año en el país.

Sea por falta de promoción, carencia de “best sellers” o por las muchas crisis que abruman a la población, el evento no ha generado esta vez mayor interés.

La ministra de Cultura, Milagros Germán, tendrá que emplearse más a fondo, sobre todo en la difusión de nuevas obras que serán presentadas, así como en las conferencias de invitados internacionales, para evitar que la feria transcurra sin pena ni gloria.

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Una buena organización es importante, pero no suficiente para captar la atención de un público más interesado en la lectura que en las actividades artísticas.

La dedicatoria de la feria al poeta Mateo Morrison es un reconocimiento no solo a un escritor, sino a un gestor cultural.