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La frontera más pequeña

La frontera más pequeña

En el ombligo del continente americano y bañada por los océanos Pacífico y Atlántico se encuentra la ciudad de Panamá, capital de la república de mismo nombre y de origen indígena que significa abundancia de peces y mariposas.

Fundada el 15 de agosto de 1519, Panamá jugó un papel importante en la época de las colonias, sirviendo como punto de tránsito entre Europa y Suramérica, como centro de abastecimiento para las expediciones y como línea territorial de comunicación con los destinos caribeños y norteamericanos.

Con una población de 880,000 habitantes es la ciudad más poblada del país, alberga la sede central del gobierno panameño, sus instituciones y embajadas acreditadas. Es el principal centro cultural y económico de la república, posee una intensa actividad financiera y un centro bancario internacional.

Una característica urbana bastante visible, es la gran cantidad de rascacielos que la ciudad posee, con más de 212 edificaciones planeadas, 202 edificios en construcción, 174 construidos y 17 sin construir es llamada “la ciudad de los rascacielos”.
La ciudad tiene un clima tropical, con un promedio de 27 grados centígrados (°C), con máximas absolutas de hasta 39 °C y mínimas de 20 °C.

Panamá cuenta con parques urbanos, botánicos, temáticos y de esparcimiento, por lo que es una maravilla urbanística y un paraíso relativamente calmo en medio de la bulliciosa cotidianidad de una ciudad que emerge a vapor en el incansable mundo financiero actual.

En cuanto a la cultura, la ciudad de Panamá está también a la vanguardia, con una considerable muestra de museos, ferias artísticas, exposiciones al aire libre e importantes escenarios musicales, la ciudad es bastante “artística”, tanto así que en el 2003 fue elegida como la capital internacional de la cultura, junto a Curitiba, Brasil.
Con una gastronomía esencialmente caribeña, e influenciada por culturas europeas, la cocina panameña refleja la realidad de los pueblos de Latinoamérica, los cuales sin perder su raíz americana, abrazaron con humildad las nuevas culturas que a sus playas llegaron. Por eso en el menú panameño abundan los frijoles, así como el arroz, las carnes, las pastas, la cerveza y el vino.
El casco viejo de la ciudad o “panamá la vieja”, son una serie de calles intactas desde la época colombina, con edificaciones también sin modificar que fueron declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO por el legado cultural e histórico que brindan.

Quizás el mayor aporte de Panamá al mundo en materia práctica es su canal, considerado como una vía de navegación interoceánica entre el mar Caribe y el océano Pacífico, es el mayor punto de intercambio comercial de mercancías entre ambos océanos, fundado el 15 de agosto de 1914, ha conseguido acortar en tiempo y distancia la comunicación marítima, dinamizando la economía mundial, abaratando los precios de transporte de mercancías y colocando a Panamá en el centro del comercio mundial.
En fin Panamá, es una ciudad que lucha por su espacio, sin ceder a sus orígenes, que acorta distancias, que se reinventa sobre sí misma con esa energía caribeña que nos caracteriza, que con su cultura y su modernidad son el vivo ejemplo de lo que debería ser esta región del mundo tan subestimada y, sin embargo, un verdadero tesoro.

El Nacional

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