Semana

La humilde flor

La humilde flor

Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores.

Y sucedió que una florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa:

 

-i No me olvides! ¡No me olvides!

 

Como su voz era tan débil, Dios no la oía. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta.

Más todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así:

 

-No tengo nombre para ti, pero te llamarás «Nomeolvides».

 

Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompañarás a los muertos.

 

Así nació la «nomeolvides» o miosota, pequeña florecilla de colores azul y rojo.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación