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La muerte de Lilís

La muerte de Lilís

Elvis Valoy

Como río que en su cauce corre el color carmesí, de esa misma manera ha desfilado a raudales la sangre derramada por el pueblo dominicano en su búsqueda de la libertad, demiurgo conquistado a fuerza de millones de cadáveres, que con su sacrificio le rinde culto a la frase de José Martí, que dice: “Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas”.

El martes 26 de julio se conmemora el 123 aniversario del ajusticiamiento de uno de los tiranos más crueles, sanguinarios y protervos de la humanidad, como lo fue Ulises Heureaux, conocido popularmente como Lilís.

Buscando casarse con la gloria, un grupo de patriotas mocanos, encabezados por Horacio Vásquez y Ramón Cáceres, cruzaron el lindero de los temores, sitiando a la bestia de finales del siglo XIX, déspota que había arruinado al país con su dinero devaluado, sus préstamos, y ahogado en sangre a la nación.

Y como testigo de la acrisolada conducta del pueblo dominicano, que es espartano de espíritu y ateniense de corazón, está una mata de Guásuma en Moca, en donde le dieron el tiro de la libertad a Lilís, demostrando una vez más en la mirífica historia dominicana de que en las injusticias y las dictaduras “rebelarse está justificado”.

Ni los calieses de la época, ni sus chivatas amantes, ni el terror que infundía su torva y letal personalidad le salvaron del “tribunal popular” que lo condenó al patíbulo de las balas. El ajusticiamiento del sanguinario Ulises Heureaux (Lilís) demostró una vez más el amor por las libertades de la República Dominicana, pero también el alto precio que hay que estar dispuesto a pagar para conquistarla y disfrutarla.