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La mujer que venció el cáncer dos veces con su amable sonrisa

La mujer que venció el cáncer dos veces con su amable sonrisa

Venecia venció el cáncer, que llegó a su cuerpo dos veces, armada de una sonrisa. Su vida era como todas las demás de su generación: una mujer profesional, con su familia, con muchas tareas de compromiso personal y social por desarrollar… hasta que un día, luego de un baño, se encontró que tenía “un durito” en el seno izquierdo. Era  el año 2008.

Acudió a su ginecólogo, quien mandó a hacer una mamografía. Cuando ella le entregó el resultado, el galeno cambió de semblante y en fracciones de segundo la vida de Venecia se encontró con una novedad de la cual poca gente puede salir son una sonrisa: probablemente tenía cáncer de mama. La reacción inicial fue de negación. “Nada está pasando” se decía a sí misma mientras en su familia ardían pesares ante la posibilidad.

Una segunda opinión médica  y una biopsia como examen inconstrastable, traerían la mala nueva confirmada.  Venecia estaba en trance. Cerró sus relaciones a las más cercanas y a su familia.  La recomendación inmediata era la mastectomía, es decir la eliminación o extirpación del seno afectado. Al parecer sólo la glándula mamaria estaba afectada.

“ Yo debía aceptar la mutilación en mi cuerpo, para poder sobrevivir y estaba toda triste, angustiada y cansada” afirma en su libro Soy discípula de la vida.

Mastectomía

La operación fue rápida y con su realización se llegaba a una etapa inicial de tranquilidad relativa. Era una especie de plataforma de paz dentro del momentum psicológico provocado por la aparición del tumor.

“Pasé un mes sin mirarme en el espejo. Empecé a sentirlo como aquel enemigo que me acosaba todo el tiempo. Los espejos, que toda mi vida habían sido mis aliados, mi compañía, tenía, antes de todo el proceso, muchos espejos colgados, pero sentía ahora que eran crueles. Tenía miedo de mirarme”, afirma en su testimonio.

Sostiene que algunas amigas le recomendaron hacerse una reconstrucción mamaria, pero hacérsela escapaba de sus manos. Tenía dos opciones:  rechazar su nueva forma corporal o aprender a amar su situación y favorecer su madurez como mujer, creando las condiciones para ser alguien con más sabiduría y coherente con el principio de ser discípula de la vida. Se decidió por aceptarse como había quedado de la operación. Muchos médicos oncólogos recomiendan hacer la reconstrucción mamaria por los efectos que tiene la ausencia del órgano amputado en el plano psicológico, estético  y hasta erótico.

Vuelve el Ca

Ha pasado el proceso y todo parece normalizarse, pero una amiga, preocupada  por Venecia, le recomienda  que busque una  tercera opinión para determinar si en realidad todo ha pasado.  Venecia, que estaba dejando de ser la estrella consentida y super cuidada en la familia, acepta y ve a una oncóloga que le indicó un estudio llamado Inmuno histoquímica (una investigación que el comité de médicos que  supervisó su operación no recomendó nunca).

El resultado fue desvastador: el cáncer había vuelto: “Carcinoma ductal infiltrante con Her2/3, sobre-expresado”.

“El resultado decía que tenía  cáncer infiltrante y que el tumor tenía características  muy delicadas, ya que el diagnóstico era muy desfavorable, debido a que el encogen es Her 2, sobre expresado.

“Mi esposo y yo quedamos en un suspenso paralizante. No queríamos creerlo. Le dijimos que no podía ser. Nos mostró el papel en el cual ese resultado aparecía subrayado con letras rojas”, cuenta en su libro.

Altos costos

Al recurrir ahora a la quimioterapia, hubo que apelar a conseguir dinero donde se pudiera. El costo del tratamiento era de 2.5 millones de pesos (69 mil U$), una parte la cubriría su seguro y el resto con el apoyo de amistades y donaciones.

Cargada de entereza, Venecia tuvo apoyo de una serie de instituciones que prestan apoyo y servicio para estos casos: la Fundación Perpetuo Socorro, el Voluntariado del Hospital Oncológico, el de la Plaza de la Salud, la Liga Dominicana contra el Cáncer, la Farmacia Milagros de la Caridad, Mujeres Solidarias, el programa Quiero y Puedo y Caminantes por la Vida.

Hoy Venecia ha vuelto a sonreír.

¿Quién es?

Lidia Venecia Pineda Blanco es natural de Santiago, donde nació el 27 de marzo de 1954.

Se licenció de Sociología en la UASD. Su encuentro con el cáncer de mama que ha cambiado la vida.

Soy discípula de la vida es parte de un proyecto personal para compartir su experiencia con las mujeres.

Para ella fue fundamental el respaldo de su familia y de sus principales amigas: Miriam  Mejía, Graciela de la Cruz Bourdier, Hoisex Gómez,   Yeysy Donastorg Cabral.  Hoy mira el proceso con paz.

El Nacional

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