El jueves pasado, acompañamos a Minou Tavárez, en el recinto Ercilia Pepín, del CURSA-UASD, en Santiago, en un conversatorio con más de sesenta personas, convocadas a las 4:00 de la tarde para oír a una mujer respetada y muy querida.
Minou habló de las mujeres y la política, exhortándonos a preguntarnos cómo valoramos esta democracia que vivimos y a entender que todas las personas, hombres y mujeres, tenemos que asumir el desafío de un planeta en crisis en el que la defensa de los derechos fundamentales, la lucha contra la pobreza, la construcción de una justicia sana, la democracia como norte y la paz, deben ser nuestras agendas.
Para las mujeres, decía, el ejercicio es mucho más retador porque nos obliga a salir de nuestras zonas de -aparente- comodidad, donde debatimos conversaciones de discriminación e injusticia, temas que nos identifican porque son de todas y nos invitan al desahogo de un colectivo que es la mitad de todo.
La provocación es trascender y ver aquellos indicadores de miseria humana de nuestro propio juego democrático que necesita mantenerse en construcción, pese a que las fuerzas fácticas pretendan conservar a este país pasmado en la disputa personal por el poder tradicional, corrompido y siempre en trayectoria única.
¿Qué haremos las dominicanas para mejorar esta democracia? Y nos decía Minou, que el conocimiento primero de nuestra historia y luego, de nuestros derechos, es un punto de partida válido para que todas las personas del mundo valoremos una democracia de calidad, una ¨democracia democrática¨, redundancia intencionalmente incluida.
Con ella hicimos una especie de catarsis participativa, recordando las estocadas politiqueras en un tiempo reciente y pasado, infligidas al pueblo en general y a las dominicanas en particular, de la que todas las personas presentes, salimos fortalecidas en el deseo de activarnos a una ciudadanía completa y retadora.
Minou merece la oportunidad de dirigir esta nueva ¨opción democrática¨ y motiva saber que es una mujer política, con probidad, experiencia y conocimiento que renace con fuerza y firmeza desde una militancia de muchos años y con experiencia en las cosas del Estado.
Es gratificante y esperanzador ver a Minou Tavárez y su Opción Democrática en el desgastado panorama político nacional, donde la práctica de una política sin perspectiva de género es una regla que nos deja fuera a la mitad de este país, pero sobre todo, merece la confianza, porque es portadora de un legado de dignidad y sacrificio patrio inconmensurables que ha demostrado reiteradamente.