Cuando el doctor Mariano Germán, presidente de la Suprema Corte de Justicia, manifiesta su preocupación por la violencia que se vive en el país y sus deseos de que la paz sustituya a la violencia, encarna las aspiraciones de los dominicanos que también queremos vivir en una sociedad más segura. Sólo que al parecer, el doctor Germán, durmió una de sus siestas, usando como almohada los libros »Utopía» de Tomás Moro y sus propuestas de propiedad común de los bienes, o tal vez, a Tomás Campanella con todas sus quiméricas ideas progresistas de la ciudad del Sol.
No hay forma de que en una sociedad como la nuestra, con un desempleo de casi 35% entre los jóvenes, se pueda vivir en paz. Es más, casi un 75% de jóvenes que está trabajando, lo hace en el sector informal, y todos sabemos lo que eso implica, en términos de funciones sociales. Todos los cientistas sociales están de acuerdo en que el desempleo genera violencia.
Los deseos de nuestro magistrado son loables, pero el impacto que ha causado el libro del francés Thomas Piketty,» El Capital en el siglo 21» donde decreta prácticamente la muerte de la democracia, como modelo capaz de detener la desigualdad, nos deja sin esperanzas, sin utopías, pues admite que Estados Unidos, es un generador de pobreza y desigualdad. Esa misma sociedad que una vez deslumbró al autor de » La democracia en América» Alexis de Tocqueville, tampoco tiene respuestas a la desigualdad y vive como muy bien lo describió el gran Henry George: entre Miseria y Progreso.
El mundo es una aldea global, ya dijo Marshall Mcluhan, no estamos aislados, el reto es detener esa brecha creciente entre ricos y pobres que genera violencia. Estamos obligados a seguir invirtiendo en nuestro Ministerio de Defensa, pero principalmente en la Policía Nacional, institución en la cual recae el mayor grado de responsabilidad para detener las frustraciones sociales que generan violencia.
El dato espeluznante de que los 85 más ricos del mundo acumulan la misma cantidad de riqueza que la mitad de la población mundial más pobre, ratifica el hecho de que ciertamente, los capitalistas han secuestrado la Democracia y la han dejado inservible para detener la plaga ascendente de la desigualdad. Recuerdo que nuestro Juan Bosch, lo advirtió primero que el hoy archifamoso Thomas Piketty.
Mientras no se detenga el vector ascendente de la desigualdad, los períodos de paz serán espacios para calcular la guerra y programar acciones violentas que fuercen a los gobiernos a legislar para las grandes mayorías y no para las élites corruptas.