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“La pipa de la paz”: brillante entrega de sarcasmo y humor

“La pipa de la paz”: brillante entrega de sarcasmo y humor

Los dos actores logran un festival de actuaciones en La pipa de la paz.

El teatro, a propósito de La pipa de la paz, vuelve a hacer de las suyas con una brillante y trepidante entrega de sarcástico humor negro, en cuyas realidades familiares puede que cada quien conozca a alguien de su familia, apoyada en una red de líneas que desfilan en una rápida sucesión de ideas contrapuestas.


La obra escrita por la dramaturga y directora Alicia Muñoz, fue la pieza seleccionada por la maestra teatral Niurka Mota, para celebrar su trayectoria de 42 años en escena, acertando con una pieza que llena todo el escenario.


La pipa de la paz es un monumento a la incapacidad humana de comunicarse adecuadamente a la búsqueda, por parte de algunos, de la armonía y la buena convivencia.


El gran aporte de la autora es facilitar un marco dialogal rico en humor espinoso y a veces oscuro, en proporcionar espacio para el despliegue de dones escénicos que tanto Niurka Mota como su co-protagonista Mario Núñez aprovecharon al máximo.


Núñez un talento actoral que ha debido merecer mucho mayor atención de la crítica teatral dominicana. La obra es auto-referencial. Todos hemos tenido una madre densa en su ansias de ser el centro de todo, y entregada a la idea de que todos en el núcleo familiar, conspiran contra su bienestar y estabilidad. Es una verdad difícil de admitir, sobre todo cuando aún resuenan los tambores comerciales del Día de las Madres.


Distorsión del afecto
La pieza radica su trascendencia en reflejar un tema inherente a la resultante de cruzar el ego, la incapacidad de comunicación familiar, la distorsión del afecto y, finalmente, la ternura resultante.


Niuka como Felissa nos convence de que es esa inaguantable madre obsesiva, exagerada, pagada de sí misma e irritante por rendir más de lo preciso en materia de relaciones humanas.


De alguna forma, en algunos pasajes al menos, cada miembro del público, vio en Felissa, a su propia madre.
Núñez, enfrenta los desbordes manipuladores de Felissa, con una actitud de tolerancia y notable acento de conciliación.


La pieza no pudo haber sido mejor seleccionada, a pesar de que su ritmo era interrumpido por los negros con los que se dividían los cuadros, excesivamente largos.


Iluminación y vestuario, por adecuados y precisos, resaltan como factores de desempeño técnico.