En el mundo artístico estamos viviendo una época trepidante, donde todo ha crecido y cambiado.
El teatro está en su mejor momento, con producciones que se estrenan una detrás de otra, y una asistencia de público como nunca antes.

Pero hace falta la crítica de diletantes y gente pensante, que de alguna manera evalúen lo que esta haciendo. No hay crítica de teatro.

Igual ocurre en el cine, que a diferencia de otros tiempos, hoy día tenemos producciones locales y una avalancha de cine internacional, que carece del análisis y el tamiz de otros tiempos, cuando teníamos a Armando Almanzar y Arturo Rodríguez Fernández en programas de radio, televisión y la prensa escrita como materia obligada, sino dejar de admitir que contamos con excelentes exponentes en la materia.

Pero, no con las figuras e influencia de los fenecidos y acreditados críticos de cine.

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Lo propio acontece con la crónica de arte y espectáculos, para que no crean que solo me enfoco en otras áreas.

Nosotros, los cronistas de arte, hace tiempo que la estamos “cogiendolo suave”. Tenemos la cartelera llena de espectáculos como nunca antes, y sin embargo nada escribimos y hablamos de lo que se está haciendo con sentido crítico. Todo siempre bien: ”extraordinario”, “fuera de serie”, “fabuloso”.

Sin haber visto un espectáculo esperamos que nos mansen la nota de prensa redactada por el mismo organizador del evento que dice que su show fue “majestuoso”, “extraordinario”, “ que hizo historia”, y los demás calificativos con los que los duenos del “show” se promueven, usando al cronista de arte como preservativo.

Por: Joseph Caceres
josephcaceres.net