En vilo, la Nación, este tema la ha puesto en la mira de toda la humanidad. Tanto el New York Times como El País, editorializaron sobre esta crisis humanitaria, sin señalar, desde luego, una de sus verdaderas causas: el desinterés del gobierno haitiano por el bienestar de su población pobre y la astucia de las clases dirigentes de Haití para desviar el dedo acusador.
Al margen de estas consideraciones, nada justifica la infinita torpeza de un Tribunal Constitucional más empeñado en satisfacer el ruidoso y fundamentalista acoso de un partiducho de extrema derecha que ha encontrado en la manipulación de la ignorancia de las masas menos educadas un filón para su capital político. Esta es la hora, en pleno 2015, en que nunca hemos podido constatar la magnitud de los votos del Frente Nacional, que creo asciende apenas a un 0.1 por ciento.
El Gobierno haitiano cataloga como desastre nacional la llegada de 16,000 personas
Si las encuestas han de servir para algo mas que la construcción o reconstrucción de candidatos político, la felicidad colectiva que reflejó la población por la renuncia de los cuatro ministros de partido de los Vincho debería ser un indicador que avale su descalificación política como supuestos voceros del sentir nacional frente a la cuestión haitiana.
Qué es lo que reclamamos?
El innecesario agudizamiento de la situación nacional al hacer retroactiva al 1929 una Ley que condena a la muerte civil a casi 300,000 personas previamente consideradas como dominicanas.
Qué pudo haber hecho el Presidente Medina? Recomendar que esa Ley se aplicara retroactivamente solo a la fecha de su modificación: 2010, porque una cosa es repatriar 50,000 personas y otra un cuarto de millón.
Ya el gobierno haitiano cataloga la llegada de 16,000 deportados como un desastre nacional. Imaginemos lo que será el arribo de mas de 200,000 personas y el costo político y económico que implicará para una nación que depende del turismo, un estigma mundial como racista.
Eso es lo que sucede cuando se impone el chantaje sobre la inteligencia y se busca culpables donde no están, para no enfrentar a los y las verdaderos culpables de esta debacle, de implicaciones impredecibles, tanto en Dominicana como en Haiti.