La tragedia que representa la muerte de nueve personas durante la explosión de una estación de gas en Licey al Medio constituye un gran desafío para las actuales autoridades en cuanto a la obligatoriedad de regular y fiscalizar un negocio de tanto riesgo y que ha causado mucho dolor y luto en familias.
Además de no saberse si la envasadora operaba de manera legal, los propietarios ni siquiera dieron la cara por lo menos en los primeros días. El suceso, que tanta consternación ha causado, demanda no solo establecer responsabilidades, sino prevenir otros casos por la ausencia de controles o la operación irregular de envasadoras.
No es ninguna novedad la facilidad con que se instalan esos negocios, sin ni siquiera cumplir con los requisitos necesarios.
El ministro de Industria y Comercio, Víctor Bisonó, quien está más que decidido a acabar con el desorden en el negocio de los carburantes tiene en la tragedia de Licey al Medio un episodio para no demorar la regulación de las estaciones de gas licuado.
La desgracia es otro eslabón de una larga cadena de sucesos, algunos de los cuales todavía impunes. Las autoridades tienen que evitar las tragedias, acabando con el peligroso desorden de las estaciones.