La apertura del Centro de Corrección y Rehabilitación Las Parras, en Guerra, es un salto importante para descongestionar La Victoria y mejorar el deprimente sistema penitenciario.
Pero hay que hacer hincapié en que si bien el hacinamiento es uno de los principales males del régimen carcelario, se necesita trabajar otros aspectos para lograr la rehabilitación de los privados de libertad.
De poco sirve estar en un paraíso cuando se carece de los bienes esenciales para la subsistencia. Más que cárceles modernas lo ideal sería implementar programas económicos y sociales que limiten la criminalidad y la delincuencia.
Pero la realidad impone otras urgencias. Tras múltiples incidentes la apertura de Las Parras era una necesidad frente al hacinamiento de los reclusos en La Victoria, un recinto con historial repugnante. Además de represivo era un centro de perversión.
Las cárceles dominicanas, con capacidad para 15,701 reclusos, albergan a 24,671 privados de libertad.
A pesar de los compromisos el reto es que Las Parras cumpla con las funciones de un centro penitenciario cuya misión esencial es la rehabilitación de los prisioneros.

