Editorial

Ley de quiebra

Ley de quiebra

La Cámara de Diputados aprobó ayer la Ley de Quiebra, que permite a empresas y personas comerciales afrontar escenarios de dificultades mediante la reestructuración o liquidación judicial, lo que ayuda a consolidar un perfil de competitividad y desarrollo de los negocios.

Con la promulgación de esa ley, el ordenamiento jurídico nacional dispondrá de una normativa moderna en materia de insolvencia, bajo cuyo manto será posible afrontar situaciones de dificultad financiera u operativa sin tener que cerrar los negocios o actividad comercial.

El mérito principal del nuevo estatuto, pendiente de promulgación, ha sido el consenso alcanzado para su aprobación entre todos los sectores organizados vinculados con la economía, finanzas y la producción.

Se resalta que la Ley de Quiebra garantiza la protección de los derechos de acreedores y empleados de las empresas con dificultades financieras, cuyos ejecutivos podrán acogerse a un plan de reestructuración o liquidación basada en un régimen legal.

República Dominicana carecía de una normativa moderna y actualizada en materia de insolvencia, lo que se reflejaba de manera negativa en los informes mundiales sobre competitividad y desarrollo de los negocios, por lo que el nuevo estatuto se define como un avance histórico en el ámbito empresarial.

Como ejemplo de la garantía de seguridad que ofrece la Ley de Quiebra en el marco de la reestructuración judicial, se señala que se establecen plazos durante los cuales los agentes del sistema financiero no podrán cobrar intereses ni embargar a empresas que se acogen a programas para superar las dificultades de liquidez. Ese estatuto acerca aún más al país al ideal de seguridad jurídica.

Catadura

Al primer ministro de Haití, Paul Evans, se le atribuye decir que “es difícil pedir a las víctimas que se disculpen con sus torturadores”, en obvio rechazo al reclamo de que ese gobierno se retracte de toda la infamia que ha vertido contra República Dominicana.

Tales expresiones injuriosas, afrentosas e irrespetuosas no contribuyen a despejar en lo más mínimo la humareda de crisis en las relaciones entre ambos países, pero sirven para que la comunidad internacional sepa la catadura de gente con la que se está lidiando.

 

 

El Nacional

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