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Libre pensar

Libre pensar

¿Hablar mucho o poco?

Los que participamos en retiros de los centros de yoga –en campiñas donde las brisas soplan con auras y el olfateo de los árboles adormece las almas- no sólo duramos cuatro y cinco días ingiriendo líquido: desayunamos, comemos y cenamos únicamente con agua y limón, o con agua y miel de abejas. Durante ese intervalo, el silencio individual y colectivo es absoluto.

Al retornar a la casa inmensamente relajado corporal y mentalmente -cargado de renovadas energías con el Hatla yoga (gimnasia psico-física) y el Manta yoga (meditación que calma la mente/cerebro)-, los concurrentes a los aislamientos espirituales sienten las cuerdas vocales refrescantes y tranquilas, las envolturas de la boca más hidratadas y con equilibrio emocional para controlar las lenguas y no soltarlas despampanantemente.

Y, si después de una profunda reflexión sobre la vocalización, con la psiquis serena, los lectores estudian a José María Cabral, aprenderán a triunfar. “Es difícil encontrar otro libertador de América” –nos dice el historiador Sócrates Nolasco- “tan paciente para leer injurias contra su reputación sin conmoverse ni contestarlas”.

Adiciona que “alto y seco, sobrio y frío…Su templanza era admirable y admirable su entereza en los padecimientos. Comía, puesto que vivía; pero en parquedad nadie le igualaba. Pensaba y hablaba, puesto que dirigía hombres; pero solía permanecer horas y horas en actitud silenciosa, interrumpida al fin por breve orden o monosílabo concreto. A veces parecía que se iba a convertir en pétreo monumento”.

El ejemplo de Cabral se vuelve una sentencia: en vez de palabrerías, calcula; en vez de comportarse como un loro, acciona.

La gente repite que a los calladitos, cójanles miedo, porque ellos maquinan sin desperdiciar el tiempo. Ciertamente, sus reservas retóricas, sin burbujeos ni resonancia, son sus linternas que, lejos de jorobas, alumbran sus veredas. No se les secan las gargantas, ni se les inflaman las arterias y venas linguales.

El carismático de Vladimir Putin, el segundo mandatario que más tiempo ha durado en el mandato de Rusia (20 años) después de José Stalin, ha tenido éxito gubernamental, entre otros hitos, porque no redunda. El taciturno de Kim Jong, presidente de Corea del Norte, no improvisa palabras, y el presidente de China, Xi Jimping, preside escasas conferencias de prensa y platica poco.

Los presidentes de Estados Unidos casi embalsaman las lenguas, para eludir hablantinas largometrajes que provoquen sarpullidos en la opinión pública, y delegan las difusiones imprescindibles en sus “speakers” portavoces. Los asesores en comunicación recomiendan que sólo discurseen por un máximo de seis minutos.

Colofón: se recomienda no vocalizar en exceso, para descansar las glándulas salivares, hidratar la musculatura del órgano de fonación y rehuir las quejas, litigios y demandas.