El presidente Luis Abinader ha arribado al Poder en medio de una crisis sanitaria mundial generada por la covid-19 que lleva poco más de siete meses sin que por el momento se vislumbre una solución global definitiva al problema, excepción a la cual no escapa la República Dominicana.
Tratándose de un Gobierno democrático, ha dado continuidad de Estado a los asuntos pendientes, revisado, analizado, corregido y tomado decisiones conforme a las circunstancias, sin desmayar en su compromiso de garantizar el éxito de la docencia pendiente de iniciarse, partiendo del desafío que significa impartir clases mediante los entornos virtuales de aprendizaje en los niveles de la educación pública inicial, básica, media y universitaria.
El anuncio del Ministro Roberto Fulcar desde la Presidencia el pasado 25 de agosto del cuidadoso plan para salvar el año escolar 2020-2021 en el marco de “un compromiso sin precedentes del Gobierno con la educación” y la visita y asignación simultánea de 234 millones de pesos del nuevo jefe de Estado a la rectora de la UASD, Emma Polanco, constituyen un claro indicativo del interés del Presidente Abinader en enfrentar ese desafío e impulsar ese sector temprano en su Gestión.
Algo digno de resaltar, en medio de esta vorágine con pandemia, Estado de emergencia, cuarentena, crisis económica y paralización de algunos sectores es que para ser un Presidente que apenas entra a su cuarta semana dirigiendo el país, Luis Abinader ha actuado como si se tratase de un gobernante de muchos años administrando la cosa pública y como si fuese un hombre de avanzada edad, cuando apenas alcanza los 53 años.
La mejor evidencia de la temprana madurez de Abinader en el Gobierno es que, sabedor de que tiene un gran desafío con los temas de educación y salud en medio de la crisis sanitaria (dos pilares esenciales para el desarrollo), ha marcado su territorio para dejar claro ante el país la necesidad del reordenamiento del transporte con la implementación de un sistema monorriel en el Gran Santo Domingo y en Santiago.
Otra señal de que no se quedará siendo un tradicional gobernante de oficinas anclado en la burocracia estatal es su anuncio temprano de implementación de un programa de infraestructura para la construcción de presas, acueductos y proyectos hídricos que implican una inversión por el orden de los 3,500 millones de dólares, lo que, de antemano, supone la dinamización de la economía y para lo cual se espera que impere la transparencia en la nueva experiencia de las Alianzas Público-Privadas que comienza a ventilarse en un nuevo orden económico.
Sobre su compromiso de reordenamiento del transporte, el cual implica la construcción de un sistema monorriel para dinamizar el tránsito y conducirlo a la modernidad, se debe resaltar que República Dominicana es uno entre muy pocos países del mundo en el que todavía ese servicio funciona con la modalidad imperante de carros de concho y de chatarras.
Por: Ángel Belisario
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