Curioso que Mauricia se fuera de este planeta un 27 de febrero, día de la Independencia Nacional. Si una se detiene a reflexionar sobre el significado de la fecha la coincidencia no le pasa desapercibida. La doctora Mauricia Tavárez Álvarez, hija de Julia Álvarez, fue una distinguida profesional de la psicología. Fundadora de la primera clínica psiquiátrica para la atención de pacientes latinos, en Boston, como una extensión de los servicios de la Universidad de Harvard, de la cual se retiró 17 años después de haberla fundado.
Como Martin Luther King, Mauricia tenía un sueño: trasladar a la República Dominicana, particularmente a Santiago, su inmensa capacidad de trabajo, su inmensa generosidad, y lo hizo cuando sus padres se enfermaron, dedicándole a ellos los últimos ocho años de su vida, los últimos ocho años de la vida de ellos.
Mauricia era una niña grande y voluntariosa, con una cabellera blanca que parecía envolverla e iluminar los espacios donde aparecía. Tenía una enorme avidez de vida, de alegría, de fiesta. Le encantaba bailar y combinaba lo que había aprendido de danza oriental con ritmos nacionales. Era un espectáculo verla danzar como una tardía Isidora Duncan, en el Secreto Musical o en las calles de Guantánamo.
Doña Julia y su esposo habían creado una Fundación para Envejecientes en Santiago. Para ello donaron su mansión en los Altos de los Cerros de Gurabo y con ellos partícipe en la inauguración de un centro para envejecientes en Cienfuegos, un barrio pobre de Santiago, donde por primera vez se implementaba la visión de Doña Julia, que era emplear a profesores retirados, que aquí relegan a las mecedoras, al servicio de otros envejecientes, algunos ya inutilizados por la enfermedad. Esa orientación, revolucionaria en el servicio a la población envejeciente, era compartida por el geriatra doctor Medrano, por quien Mauricia tenía una especial admiración.
A la hora de morir Mauricia gestaba una Fundación llamada Siempre Unidas, la cual le había sugerido su madre, sobre todo como un mecanismo para fomentar la unidad con sus hermanas, alas cuales idolatraba, particularmente a Julia.
Esa Fundación tenía como objetivo crear un programa de becas para artistas pobres, en coordinación con instituciones ya establecidas en nuestro país y en la región del Caribe, que viajaran al área de Boston para insertarse en las comunidades pobres latinas y caribeñas y compartir su experiencia con los barrios, mientras aprovechaban la beca para dará a conocer su arte.
Era un proyecto maravilloso que conversamos con gente en Cuba, Costa Rica y Puerto Rico y que se ha detenido momentáneamente, hasta que sus hermanas, hijo, amig@s, y descendientes de Sacha Tebo, lo reasuman, en su inolvidable nombre.