Después del pandemonio permanente que se vive en el entorno de la avenida Duarte con París, en la capital dominicana hay otro pedacito de infierno: El Mercado Nuevo, en Villas Agrícolas.

Allí se opera en medio del caos, desorden, saturación de comercios y mercaderes, puestos ambulantes, colorido y personas de todos los estratos sociales conviviendo en un ambiente babélico.

Sin embargo, adecentar este espacio público es una de las metas prioritarias de la Alcaldía del Distrito Nacional.
Una caótica belleza, un batido de olores y vociferaciones es lo que se percibe en la terminal de este mercado debido a la gran cantidad de pequeñas camionetas, carretillas, triciclos, y camiones cargados de mercancías que arriban por las avenidas Duarte, De los Mártires y Reyes Católicos, que en ciertas horas dificultan el tránsito por el lugar.

Son muchas, y con muy variados objetivos, las personas que diariamente llegan a este populoso mercado. Algunas vienen a vender, otros a comprar, otros ofertarán comidas, café, té, jugos, y más. Otros llegarán para servir de cargadores en triciclos o carretillas, algunos servirán de burros (hombres que cargan mercancías al hombro), unos vienen a recoger desechos para comer, los menos vienen a delinquir.

Almacenes de provisiones, carnicería, pescaderías, cafeterías y puestos distribuidos en los distintos pabellones. Vendedores fijos y ambulantes de frutas, vegetales, víveres ubicados en las aceras y calzadas de las vías externas e internas, son parte del escenario en esta área geográfica.

Como siempre las quejas de muchos comerciantes, vendedores y compradores nunca paran. Piden mayor limpieza, más agentes de policías, nacionales y municipales, para seguridad y orden del tránsito.

La diversidad y vívidos colores que se aprecian en este mercado gracias a los productos y vegetales que aquí se comercializan, contrasta drásticamente con todo el entorno y muchas de las personas que se mueven, pero a la vez dan testimonio de que República Dominicana es un país que lo tiene todo.