Opinión

MI VOZ ESCRITA

MI VOZ ESCRITA

¡Qué regalo, Dios mío!

 

Promisorias, bien intencionadas y sobre todo excelente regalo de Navidad, de Año Nuevo, de Reyes y hasta de Vieja Belén deben ser consideradas las palabras de la inminente Primera Dama de la República, doña Raquel Arbaje.

La señora Arbaje, con el donaire que le es innato, según los que la conocen o la han tratado, adelantó que a partir del 16 de este agosto la aberración del Despacho de la Primera Dama agraciadamente llegará a su fin.

No sería raro que como sucedió con la Ley 112-00 sobre los hidrocarburos, y se culpara al ingeniero Ramón Alburquerque de todas las distorsiones que se manipulan con la chercha del sube-sube y el baja-baja; ahora se alegue que el susodicho despacho lo instauró el ex-presidente Mejía.

Y yo pregunto: ¿Hay manera de obviar la diferencia entre la conducta prístina de la señora Rosa Gómez y la de otras? Doña Rosa, igual que doña Renée Klang y doña Asela Mera, ya están en los anales de la historia por el ”glamour” y el desinterés con que colaboraron con sus respectivos consortes.

Nadie sabe ni sabrá nunca, cual si fuera el secreto mejor guardado del mundo, cuánto le ha costado al fisco nacional el Despacho en los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

En la reseña que publicara el matutino El Día la cuasi flamante pareja del entrante presidente Luis Abinader, quien es brillante empresaria e intelectual de fuste, dice con propiedad esperanzadora que “aquí no hay necesidad de que haya pobreza extrema”.
Y agregó: “Estamos en política porque tenemos lo necesario y un poco más: de ahí que no pretendemos tocar un centavo del erario”. Al que le calce el sombrero que se lo ponga…

El Nacional

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