La persecución de personas haitianas no documentadas se ha desatado en un marco de perversidad y crueldad que afecta a miles de personas atrapadas en una situación de verdadera crisis humanitaria, tratando de huir de una realidad en la que no pueden satisfacer sus necesidades básicas.
Con una sola frontera y el mar, buscando generalmente llegar a los Estados Unidos, inician procesos de deportación en los que las manos institucionales se lavan para dejar al sistema de mafias hacerse cargo de la sucesión de vivencias muy dolorosas.
Ese marco perverso, también atrapa a parte de la ciudadanía sensible al sufrimiento injusto de tanta gente y que, si osa reclamar por ellos, es inmediatamente vituperada de la peor manera manipulando y distorsionando mensajes y reclamos.
De acuerdo con la OIM, en 2020 había en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, un 3,6% de la población mundial, con una alta tasa de personas indocumentadas y en calidad de refugiadas, por razones económicas, conflictos armados, etc. Es un tema universal, no solo dominicano.
En el país hay centros de acogida para las personas en deportación a Haití -quitando el eufemismo de “extranjeros”- criticados por la falta de condiciones. En Santiago, ubicado cerca de la OMSA, existe uno de esos centros, donde hay un promedio de 150 personas de manera permanente, mujeres y hombres, menores de edad, en un espacio donde solo caben 20. Con condiciones deplorables: sin comida, agua, higiene, instalaciones sanitarias, días sin bañar, con la misma ropa, etc.
El personal también sufre por tener que aplicar esos protocolos inhumanos sin los recursos necesarios.
Y no es la deportación per se, son las condiciones de irrespeto a la dignidad, un derecho que tenemos como sujetos individuales y sociales, por el simple hecho de ser personas, que trasciende a cualquier estatus y a respetar en las demás personas siempre.
En Santiago hay un centro de acopio para recibir los donativos necesarios de agua, comida, procesada o no, artículos de higiene, ropa y todo lo necesario para poder pasar dignamente, un proceso que lleva muchas veces 7 días de agonía.
La ubicación es en las oficinas del Movimiento por los Derechos Humanos, la Paz y la Justicia Global, ubicada en la calle Cuba, esquina Pedro Francisco Bonó, donde varias organizaciones y personas solidarias apoyan la asistencia a migrantes en sus procesos de deportación.
Este es un país de gente solidaria en la base. No nos llevemos de las inhumanas políticas despiadadas.
¡Seamos altruistas, pueblo!