Hablar en primera persona nunca es elegante, pero en esta ocasión les pido excusas para hacerlo. Fui el primer analista político que escribió en este país que si los dos principales partidos políticos de oposición, dígase el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y la Fuerza Pueblo (FP), no concertaban una alianza política le resultaría difícil derrotar a Luis Abinader.
Ese planteamiento lo hicimos hace alrededor de unos seis meses en este medio en un artículo titulado “Oposición desorientada” de fecha 26 de enero 2022. Hoy en honor a la verdad, creemos que todo sigue igual, nada ha cambiado, al contrario, pensamos que esa afirmación temeraria de nuestra parte ha tomado más cuerpo a medida que ha ido pasando el tiempo.
Las dos fuerzas políticas opositoras siguen dando notaciones difusas, confusas y vacilantes, mientras la maquinaria que está impulsando la repostulación sigue ganando tiempo y haciendo sus amarres para mantenerlos en conflictos y confrontaciones.
A sólo siete meses de celebrarse las elecciones municipales no hay una señal clara que conduzca a pensar que entre esos dos partidos políticos oposicionistas su cúpula haya avanzado en la dirección de lograr un acuerdo que pudiera cerrar el paso a la repostulación de Abinader.
Siento que en la cúpula de esos dos partidos la desconfianza no lo ha dejado avanzar, el fantasma de los incumplimientos del pasado los detiene y provoca cierta resistencia que hace cada vez menos posible, al parecer, la cristalización de esa alianza.
Pienso que tanto la Fuerza del Pueblo como el Partido de la Liberación Dominicana y sus dos principales líderes, Leonel Fernández y Danilo Medina no están calibrando al peligro que se exponen manteniendo esa actitud.
Ignoran quizás que un deslucido papel de ambas organizaciones en el certamen electoral de febrero y mayo del 2024 podría ser para ellos y su liderazgo el preludio del exterminio de su gravitación en el escenario político nacional.