En esta ocasión me voy a referir a un tema que es posible que ya se haya tratado mucho en los pasillos; es sobre la interrupción de los servicios de WhatsApp, Instagram y Facebook el pasado 04 de octubre.
No todo es malo con las redes sociales y esto lo explicaré brevemente. Pues a raíz de este evento se hizo notorio una vez más la dependencia a las redes que tenemos las personas de todas las edades, no solo los niños con sus largos videos de videojuegos, también los adultos que caminando, trabajando y hasta para bañarlos utilizamos el celular para acceder a las a diferentes plataformas.
Detrás de estas escenas que pueden parecer adictivas, está la producción del mundo digital, que cada día va en auge y que ha sostenido muchas grandes y pequeñas empresas en medio de la pandemia de la covid-19, sobre todo cuando el mundo parecía detenido.
De acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en su blog Políticas 4.0 para la cuarta revolución industrial de las empresas latinoamericanas, explica que las instituciones con brechas de adopción en muchas de las nuevas tecnologías digitales se exponen a ser afectadas negativamente en la innovación y la productividad.
Esta afirmación nos muestra que detrás del apego a nuestros celulares también está el sostén de muchas empresas en el mundo y eso nos lo ha dejado claro la pandemia que nos ha tocado vivir, al punto que muchos establecimiento físicos han desaparecido, sin embargo, no las marcas que brindaban el servicio en esos lugares.
También nuevas empresas pudieron iniciarse en medio del caos que representó el inicio de la covid-19 para el mundo y esto fue gracias a las redes y las plataformas digitales, de hecho algunos servicios pudieron seguir funcionan.
Insisto, no todo es malo, no obstante, si es cierto que debemos ser conscientes de la influencia que estas tienen en nuestro comportamiento, toma de decisiones y hasta comportamiento social. Debemos ser responsables en nuestro uso de estas herramientas, que como bien pueden servir para producir también pueden hacer bajar la productividad de los que no las usan inteligentemente. Es responsabilidad de cada persona discriminar que tanto usarlas y cómo hacerlo, y de cada tutor inspección cómo las utilizan sus niños y durante qué tiempo para que esto no sea nocivo para ellos.