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Nobel para la hondureña

Nobel para la hondureña

Elvis Valoy

En este mundo extremadamente comercial en el que vivimos, todo de dinero se trata. Por momentos pareciera no haber espacios para el altruismo ni para prestarle atención a los desvalidos. La humanidad luce tocada por la varita mágica que todo lo trastrueca en “business and business”, convirtiendo al “hombre en un lobo del hombre”, como creo que dijo Thomas Hobbes.

A partir de esa realidad infranqueable, que una científica de raíces latinas, específicamente hondureña, desarrollara una vacuna contra la COVID-19 sin limitaciones de derecho industrial y a un bajo costo, y que se dirige a derribar las paredes de las injusticias en la salud del actual estado de cosas, debe ser la natural merecedora del premio Nobel de la Paz.

María Elena Botazzi, microbióloga nacida en Italia, criada en Honduras y desarrollada en Estados Unidos, se desvive por romper el “ciclo de la enfermedades tropicales desatendidas”, lo que la hace la persona idónea para recibir la codicia presea otorgada en la ciudad de Oslo.

La catracha, que es mujer de investigación y que por encima de esto, no abandona sus dotes filantrópicas y humanistas, asegura que: ”se trata de un modelo que va más allá de lo científico, porque incluye «forjar» alianzas con gobiernos, organizaciones civiles y sector privado para llegar a los países más pobres”.

Su antídoto para la pandemia llamado Corbervax, depuso todas las trabas de propiedad intelectual y patentes, asegurándose de producir la vacuna a gran escala y en la mayor cantidad de países, principalmente los del Tercer Mundo.

Sus palabras son un aliciente que demuestra que aún quedan muchas personas de corazón noble guiadas en sus vidas por la pendiente de construir un mundo más justo.