Breves pinceladas semánticas –
Semántica es la disciplina que estudia el significado de las unidades lingüísticas y de sus combinaciones. El tema de hoy consiste en una leve incursión en el valor semántico de algunas palabras que en el Diccionario presentan diferencias u otra particularidad respecto del uso que le damos los dominicanos.
Las palabras son: paleta (sustantivo), prístino (adjetivo), espetar (verbo) y narigón (adjetivo y sustantivo).
Paleta. Tiene doce acepciones en el Diccionario de la lengua española, pero ninguna alude al uso más frecuente de ese vocablo entre los dominicanos: golosina o helado puesto en un palito, o utensilio de madera para golpear la ropa al lavarla.
Como es diminutivo de pala, se infiere que se trata de una pala pequeña. ¿Cómo se llama la espátula que usa el albañil para aplicar el pañete? En el habla dominicana se denomina “plana”. Este adjetivo significa “llana, llano”. Ninguna referencia a la albañilería aparece en el Diccionario. Tampoco el DED (Diccionario del español dominicano) incluye a “plana” como instrumento del albañil, aunque debería incluirla.
En la quinta acepción, el Diccionario académico refiere: “Utensilio de palastro, de forma triangular y mango de madera, que usan los albañiles para manejar la mezcla o mortero”. (Palastro es hierro o acero laminado). El Diccionario de símbolos, de Hans Biedermann, explica el vocablo paleta de este modo:
“Paleta, un utensilio de los albañiles; en el simbolismo de los francmasones, un utensilio importante en el grado de oficial, que distingue a la ‘piedra ya labrada’, es decir a la persona que ha superado el grado de aprendiz, y cuya importancia reside en el hecho de que ha de sostener el mortero del trabajo que ha de cohesionarse y fijarse dentro de la asociación”. (Ed. Paidós, pág. 342). La obra incluye la ilustración del utensilio y se corresponde con lo que aquí llamamos “plana”.
Prístino. Este adjetivo y su femenino prístina (palabra esdrújula) significa, de acuerdo al Diccionario: Antiguo, primero, primitivo, original.
Pero algunos usuarios le atribuyen otro sentido cual si fuera sinónimo de claro, brillante, transparente, en expresiones como “En las prístinas aguas del arroyo…” “Se veía como un prístino cristal”.
Mejor empleado quedaría el vocablo si dijéramos: “La prístina ciudad de Santo Domingo acumula mucha historia y mucha basura”. “En Higüey, la basílica sustituyó como catedral al prístino santuario”.
Espetar. Este verbo, como el adjetivo prístino, es propio del habla culta. Es usado para indicar que alguien echó en cara a otro un dicho áspero o cuestionador. De las cinco acepciones recogidas en el Diccionario de la lengua española, ninguna indica directamente ese significado, aunque bien puede la tercera servir de soporte. Veamos:
1. tr. Atravesar con el asador, u otro instrumento puntiagudo, carne, aves, pescados, etc., para asarlos. 2. tr. Atravesar, clavar, meter por un cuerpo un instrumento puntiagudo. 3. tr. coloq. Decir a alguien de palabra o por escrito algo, causándole sorpresa o molestia. Me espetó una arenga, un cuento, una carta.4. prnl. Ponerse tieso, afectando gravedad y majestad. 5. prnl. coloq. Encajarse, asegurarse, afianzarse.
Narigón. Lo mismo que narigudo, que tiene nariz grande, según registra el Diccionario. En función de adjetivo, entran además de narigón y narigudo, narizón y narizudo, con la particularidad de que esta última es considerada como propia de Honduras y República para indicar que “tiene la nariz grande”.
Cuando se habla de /narigón/ como sustantivo, aparecen dos acepciones. Una es “Agujero en la ternilla de la nariz”. Pero si se trata de hablantes dominicanos, narigón es ante todo “Argolla, con cuerda o sin ella, que se pone en el hocico de los bueyes y otros animales para sujetarlos mejor”. Y no es dominicanismo, sino que el vocablo pertenece al léxico del español general.
Lo que es propio del habla criolla es el verbo /narigonear/ que en el DED se le define: “Manejar, manipular a alguien”. El Diccionario del español dominicano cita un ejemplo tomado de la narrativa de Jeannette Miller, Cuentos de mujeres, que dice: “La fidelidad es un cuento de la Iglesia para tenernos narigoneados”.