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Orto-escritura

Orto-escritura

Está dicho: somos lo que hablamos

La lengua solventa a los seres humanos sus necesidades de comunicación. Mediante este valioso instrumento, expresamos deseos, sentimientos, o requerimientos. Gracias a la lengua juzgamos, informamos, preguntamos, declaramos, congratulamos o convencemos.

Pero no solo eso, sino que por la lengua puede el ser humano expresarse a sí mismo, ya no solo pedir agua o comida, anunciar que se marcha o decir su nombre, sino justamente mostrar la persona lo que es, verter sus interioridades, denotar si es egoísta o generoso, si es creyente o incrédulo, si es ignorante o ilustrado, si es resuelto o timorato, en fin…mostrarse.

De ahí lo ajustada de la sentencia: “¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis vosotros decir cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”. (Mt. 12,34-35). Si la facultad del habla nos diferencia de otros seres y de las cosas, el habla particular nos permite expresarnos, en primer término como individuos, y en segunda instancia como pueblo o comarca.

Un elemento de primera importancia para esa expresión es la fraseología, de manera que para la búsqueda de la expresión colectiva, nada más indicado que hurgar en el repertorio de locuciones, frases, giros y adagios de los que emplean los hablantes de una nación.

Hay frases para cada situación. Y fungen de auxiliares del pensamiento y de la comunicación. Muchas veces pueden servir de muletas a discapacitados verbales que logran sacar a flote un pensamiento, apoyados sobre este modo de hablar. No hay dudas de que resulta más cómodo hablar con una frase hecha que detenerse a inventarla.

¿De qué modo podría mejor articular su pensamiento un hombre de vida llana y elemental que quiera aconsejar a su hijo respecto de la conveniencia de guardar silencio frente a determinada situación? Simple, le dirá: “Mi hijo, en boca callada no entran moscas”.

Otro hombre que guarde menos aprecio por el muchacho y quizá vinculado a la causa que éste ha criticado, lo dirá de otro modo: “Por la boca muere el peje”. Lo cual, obviamente, envuelve una amenaza.

Estas reflexiones encuentran un válido punto de apoyo al hojear y ojear el Diccionario fraseológico del español dominicano, publicado por la Academia Dominicana de la Lengua, 2016, con la firma de Bruno Rosario Candelier, Roberto Guzmán e Irene Pérez.

Este Diccionario representa una auténtica descripción de la idiosincrasia dominicana, formulada mediante estos recursos lingüísticos de cuyo empleo no es ajeno ningún sector social, sin importar, incluso, su nivel de lengua.

Por ejemplo, Joaquín Balaguer, político y escritor que fuera paradigma de hablante culto, se valió de este medio para acentuar en la mente de las masas, no precisamente cultas, su plan reeleccionista. Dijo alguna vez: “No es conveniente cambiar de caballo cuando se está vadeando un río”.

Con esta frase dejaba de lado todo el armazón retórico que la acompañaba. Aun más, como el verbo “vadear” no es de uso común en el habla dominicana, la gente lo tradujo a “pasar” y el lema devino en “No es conveniente cambiar de caballo cuando se está pasando un río”.

Y siguiendo con Balaguer, ese hombre de fina estampa, en conversación con la prensa, empleó la locución verbal “hacer pupú fuera del cajón” para rechazar, con sobrada vehemencia, un acto de un adversario político. Muchas frases y adagios nos han llegado de otros ámbitos (“Árbol que nace torcido nunca sus ramas endereza”), pero en locuciones y giros “ay, mamá”, ahí sí hay dominicanidad.

Se ha hablado suficientemente acerca del papel del lenguaje en la formación de la conciencia humana, y a propósito observo que en la fraseología tiene el hombre una vía cómoda para emitir juicios, declarar deseos o dictar sentencias y sobre todo para revelar quién es, vale decir expresarse a sí mismo.

La fraseología sirve de auxilio para el pensamiento e implica la concepción de una colectividad acerca del mundo, de la sociedad, de la moral, de la divinidad y de todo otro elemento de la cosmovisión que incide sobre la conciencia social y que se expone mediante el lenguaje.

Por: RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com

El Nacional

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