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Ortografía de los nombres Propios

Ortografía de los nombres Propios

Es válido insistir  en  lo referente a la ortografía de los nombres propios, pues  se observa muy  a menudo  cierta confusión con este asunto. Está muy difundida la falsedad de que  estas palabras   no están sujetas a reglas ortográficas.

Con ellas se designan  personas,  seres o  entidades que constituyen sujetos únicos, se escriben siempre con mayúscula inicial. Es la primera norma.

La Ortografía de las Academias de la Lengua Española llama “antropónimos”  a los vocablos destinados a nombrar personas y “topónimos” a los que designan lugares.

Los considera prototípicos y señala que  aunque son un grupo particular en el léxico, “no  reciben un tratamiento especial que los exima de la observancia de las normas ortográficas: al igual que el resto de las palabras, también los nombres  propios poseen una forma ortográficamente definida y fijada por la tradición” (edición 2010. pag. 624).

Los nombres José, Jesús, Andrés, Rafael, Marcos, Hipólito, Altagracia, Hortensia, Pilar o Isabel, de acuerdo a la referida tradición,  no tienen otra forma de escribirse  en español.

Pero  padres y madres  nos creemos en el  derecho  de colgarle a un recién nacido el nombre que nos parezca, y así como a algunos  niños les  han puesto Mauser,  Wester Junior, Yacomonti,  Stalin o Musolini, a otros pondrán declararlos  como: Oltencia,  Pilal, Ysaver,  Gezús, Malco, Ipólito  o Hispólito y así han de escribirse sus nombres.

Los nombres extranjeros  usados entre nosotros   pudieran someterse a la escritura de su lengua  de origen, pero  están sujetos a  tales cambios  en su estructura,  que pasan a ser otros. Entre los  más vulnerables están Daisy  y Jacqueline. 

Del primero se conocen estas variantes: Deisy, Deisi, Deicy,  Daysi, Daysy y hasta Delsi.  Del segundo tenemos:  Jaquelin, Jakelin, Jackeline, Yaquelin, Yakelin y Yackelin…

En cada caso, quien tenga trato frecuente con la persona así nombrada deberá saber cómo escribir su nombre, aunque de inicio,  hasta que no seamos advertidos, lo que se impone es  escribirlos conforme al nombre original.

Algunas personas llevan por nombre Félix (terminado en X y con tilde) y otras se apellidan así mismo, que son la minoría. Lo común es que  mucha gente del sur de República Dominicana se apellide Féliz (con Z y tilde) y quien le niegue la tilde a este último apellido, lo cambió por  Feliz  (sinónimo de contento).

Cada día alguien se equivoca y escribe Thomas o Thomás a  alguien cuyo nombre es Tomás, que corresponde a la tradición del español. Thomas es un apellido, no lleva tilde y sí H. Pero este error es del mismo rango de  escribir  Enríquez (sin H y terminado en Z)  y olvidar que el apellido del más  importante escritor dominicano  es Henríquez y que  Enrique es un nombre. El poeta Enrique Henríquez debió sufrir mucho por causa de su nombre.  No he terminado, pero sí el espacio.

El Nacional

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