Semana

Palmeras y cocoteros son parientes

Palmeras y cocoteros son parientes

Ha generado muchos comentarios el artículo publicado el primer domingo de octubre, a propósito de una vacilación que se está produciendo en torno a los vocablos palmera y cocotero.

Decíamos que el nombre del cocotero está involucrado en un pequeño problema lexicográfico que viene cobrando intensidad.

Se ha desatado una propensión a llamar /palmera/ a los cocoteros, como si quienes así hablan hubiesen nacido en un país donde nunca han visto un árbol de los que aquí llamamos “mata de coco”.

El ingeniero Domingo Marte, especialista agronómico y forestal, ha expresado su reacción mediante el valioso comentario que transcribo a continuación:

Estimado Rafael:

Disfruté tu análisis sobre algunos usos en nuestro país, de los términos palmeras, cocoteros y coco, y las confusiones que generan.

Las palmeras y los cocoteros pertenecen a una misma familia, la “palmae”, pero una cosa es el lenguaje taxonómico, científico y otro es el utilitario, y dentro de este el que podría generar consecuencias.

Y claro, en el contexto en que se usan. Me refiero a tu artículo titulado “¿Es una pugna de palmeras contra cocoteros?, publicado el domingo 2 de octubre de este año.

Dos científicos podrían entenderse o no cuando uno dijera que en el campo donde residen las palmeras lo embellecen, incluyendo en ellas palmas y cocoteros. Sin embargo, si uno de ellos quisiera eliminar las palmas y dejar los cocoteros, se cuidaría de no impartirle una orden al encargado de eliminar todas las palmas o palmeras.

También te podría interesar: Orto-escritura: Una productiva mata de dominicanismos

A propósito de los daños causados por el huracán Fiona, una amiga informó que en su casa de Las Terrenas las palmeras (quiso decir cocoteros, pero se elevó al área científica) habían sido derribadas. La dueña de una casa vecina, que no estaba en el lugar, se alegró, porque ella solo tenía cocoteros.

El uso solitario de la palabra coco, se referiría, en la mayoría de los casos, al fruto del cocotero. Pero hay otros cocos, como el coco decofresí o bonete, de diferente familia, cuyo fruto no es comestible.

Y cuidado de no usar el diminutivo coquito de manera generalizada, porque hay muchos frutos de palmeras que el hablante común llama coquitos, como el fruto de la palma real, del corozo, de la palma areca y otros.

El encargado de la finca entenderá cuando el dueño le pida que le guarde unos coquitos, pero se confundirá si le dice que le guarde unos coquitos de palma.

Carlos Linneo, considerado el padre de la taxonomía, desarrolló, en el 1731, un sistema de clasificación que le dio un nombre único a las plantas y animales.

Aunque es usado principalmente en el terreno científico, ha servido para tener un nombre aceptado y entendible en todos los idiomas.

Para evitar confusión, los hablantes de un mismo idioma podrían beneficiarse de esta clasificación, a la hora de una decisión contenciosa.

El cocotero, “Cocos nucifera”, será siempre el cocotero, la “Roystoneahispaniolana”, será nuestra palma real y el limoncillo, quenepa, macao o muco, será “Melicoccusbijuga”, aquí y en Pekín.

El afán de usar un lenguaje técnico frente a un interlocutor con menos conocimientos causaría problema.

Un estudiante de agronomía fue de vacaciones a su casa y pidió a su madre que le cocinara “Oryza sativa con Phaseolusvulgarís”. La madre contestó: “Ah si, tú crees que aquí somos ricos”. Él le estaba pidiendo arroz con habichuelas.