Tiene que darse un dialogo franco y abierto entre el ministerio de Salud Pública y el Colegio Médico Dominicano. No se gana nada con un encuentro de ocasión, con la calentura de un paro de 48 horas.
Es la hora de dejar los egos y los deseos de grandeza, la prepotencia tiene que ser ahogada por la razón. El sistema público asistencial está en crisis y hay que salvarlo.
El peor de los atropellos sociales es hacer un paro de labores en hospitales públicos, para presionar al gobierno, y doblarle el pulso. La única fuente de asistencia sanitaria de los pobres está en los hospitales estatales.
El Colegio Médico lo sabe, pero maneja el chantaje de golpear a los enfermos de hospitales, para provocar una reacción de diálogo con el ministerio de Salud Pública.
El sistema hospitalario está en una profunda crisis, y el Colegio Médico vive de espaldas a esa realidad y le importa poco. Por lo menos es lo que se ve en sus declaraciones y acciones.
Los pacientes denuncian malos tratos de los médicos especialistas, violaciones del horario establecido, lo que lleva a que pasen hasta dos y tres meses para conseguir una cita-consulta.
En forma paralela y bajo las sombras, han surgido los vendedores de números para hacer la fila y estar al momento de la consulta con un especialista. En numerosas ocasiones las autoridades han tratado de corregir esa situación, que todavía se mantiene.
Está el problema de las emergencias, que en ocasiones lucen desbordadas, y la línea de internamiento, que es sumamente difícil poder conseguir una cama. Los hospitales han sido remodelados, en su gran mayoría, y en ocasiones dotados de más personal.
El sector oficial mantiene una postura de prepotencia, de altanería, de no buscar el diálogo sino imponer la disciplina, pero sin el peso que entraña ganar un pleito que por todos los medios se debe evitar. Por desgracia, el país ha caído en la etapa en que no hay mediadores. No existe un sector con el suficiente peso social que lleve a una mesa a dialogar a los médicos y a los funcionarios. Además, poco se logra en una efímera reunión que plantea la mínima armonía.
Que se dejen las malquerencias entre profesionales de la misma disciplina, y que piensen en el país. Siguen los problemas, y lógico es pensar que lo que más conveniente para que funcionen los hospitales del Estado es que se dé un diálogo profundo, real y no coyuntural, entre todos los representantes del sector salud.
Por: Manuel Hernández Villeta